Una de las expresiones más icónicas del capitalismo consumista es la moda. La necesidad de tener las últimas prendas de vestir que salieron al mercado y poseer una gran cantidad de ellas, impulsadas por feroces campañas de mercadotecnia, no solo ha impulsado una poderosa industria, también está provocando problemas con el medio ambiente. Todo apunta a que la industria de la moda, tal como funciona actualmente, no es sostenible y necesita un cambio.
La industria global de la moda tiene un valor de mercado de alrededor de $2.4 trillones de dólares y le da empleo directo a 300 millones personas, la mayoría de ellas mujeres (https://bit.ly/3vNmAT5). Se producen cada año 80,000 millones de prendas, cuatro veces más que hace 20 años (https://bit.ly/3MvV7LK).
Muchas cosas han cambiado en el negocio de la moda, como las temporadas. Antes existían dos temporadas de moda al año. Ahora, con la “moda rápida”, esto es, la producción a gran escala de ropa barata y desechable, se lanzan 52 microcolecciones en el mismo periodo.
Hay una vertiginosa velocidad en la moda que ya está afectando de manera severa el medio ambiente y hace poco sostenible este negocio. Hoy en día, con siete puestas en promedio, se desecha la ropa. Así, una familia desecha cerca de 30 kgs de ropa al año, donde solo 15% se recicla (https://bit.ly/3sPzhL7).
Los costos ambientales de la industria de la moda son muy elevados. Fabricar unos jeans requiere de 7,500 litros de agua, misma cantidad de líquido que requiere una persona en siete años.
De acuerdo a la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo. Informa que “el rubro del vestido utiliza cada año 93,000 millones de metros cúbicos de agua, un volumen suficiente para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas, y que también cada año se tiran al mar medio millón de toneladas de microfibra, lo que equivale a tres millones de barriles de petróleo”. Y concluye que producto de la moda rápida, la producción de prendas de vestir se duplicó de 2000 a 2014 (https://bit.ly/3IR3G1t).
Además, se calcula que la industria textil es responsable de entre 2% y 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global y que consume 215,000 millones de litros de agua al año. Las pérdidas anuales por la infrautilización de materiales representan $100,000 millones de dólares anuales (https://bit.ly/3HS3my7).
Como respuesta a los efectos negativos en la economía de las personas de la moda rápida y sus efectos en el medio ambiente, han nacido diversas iniciativas para un modelo más sustentable de esta industria, como es el caso de la propuesta de la moda sostenible.
Por moda sostenible se entiende “la ropa, zapatos y otros accesorios que se fabrican y utilizan de la manera más sostenible posible, teniendo en cuenta tanto el medio ambiente como el socioeconómico. Incluye los conceptos de moda ética (producción, condiciones de trabajo, comercio justo), moda Circular (reciclaje, upcycling, thrifting), moda lenta (compartir, alquilar) y moda consciente (moda ecológica)” (https://cutt.ly/eAvqTMv).
También tenemos la iniciativa de moda circular, que es “aquella que está diseñada y fabricada bajo los preceptos de un modelo de producción y consumo sostenibles en el que los materiales y los productos son recuperados, reciclados y reutilizados, reduciendo así la cantidad de desechos y de emisiones” (https://cutt.ly/AAvwSzO).
Otra iniciativa que cada día toma mayor fuerza es la creación de mercados de ropa usada. Se cree que actualmente la venta de ropa usada en el mundo representa $65,000 millones de dólares, cifra que ha tenido un crecimiento de 69% entre los años de 2019 y 2021 (https://bit.ly/3KlyuHS). Cabe destacar que la mayoría de los compradores de estos mercados son la llamada generación Z.
Los cambios tecnológicos han traído consigo la posibilidad de nuevos métodos de producción para producir prendas de moda más rápido y barato, pero de menor durabilidad. Ello es cuestionado por los impactos en los bolsillos de las personas y sus consecuencias medioambientales. Veremos en los próximos años quién se impone: la mercadotecnia y el consumismo salvaje, o la sensatez y el cuidado de nuestros recursos naturales.