La revolución digital ha arraigado profundamente en nuestras vidas, con el 60% de la población mundial participando activamente en las redes sociales, equivalente a 4,800 millones de personas, que pasan en promedio dos horas y media en estas plataformas.

Aunque este fenómeno ha aportado numerosos beneficios, también ha suscitado inquietudes sobre sus riesgos. La cuestión clave radica en cómo regular este mundo digital sin menoscabar la libertad y la innovación que lo impulsaron.

En este contexto, la Unión Europea (UE) ha dado un paso importante hacia la regulación digital con la implementación progresiva de la Ley de Servicios Digitales (LSD). Esta ley, en vigor desde el 16 de noviembre de 2022, tiene como misión salvaguardar los derechos en línea de los ciudadanos europeos y asegurar una competencia equitativa entre las empresas digitales, respondiendo a los cambios tecnológicos y a las nuevas amenazas digitales.

A partir del 25 de agosto de 2023, las principales plataformas digitales deben cumplir con la DSA, mientras que otras empresas tienen hasta el 17 de febrero de 2024 para adaptarse a sus disposiciones. La ley aborda problemáticas cruciales como la desinformación en las redes sociales, la proliferación de contenidos ilegales, la transparencia en algoritmos y la recolección de datos. Para ello, establece que las grandes plataformas deben tomar medidas para evitar la propagación de contenidos perjudiciales, como la desinformación sobre vacunas o discursos de odio.

La lesgislación impone una serie de obligaciones a las plataformas digitales, acompañadas de sanciones significativas en caso de incumplimiento. Entre los temas clave que aborda se encuentran:

  1. Desinformación: La LSD se enfoca en riesgos sistémicos, como la difusión de contenidos perjudiciales para la esfera cívica, los procesos electorales y la salud pública. Para abordar esto, las grandes plataformas deben demostrar sus esfuerzos para evaluar y mitigar estos riesgos.
  2. Contenidos ilegales: La ley busca equiparar lo ilegal en el mundo real con lo ilegal en línea, poniendo énfasis en la moderación de contenidos ilícitos, como la incitación al odio, al terrorismo, la discriminación o la pornografía infantil. Aunque no se puede esperar que las plataformas monitoreen todo, deben informar sobre sus políticas de moderación y permitir que los usuarios denuncien publicaciones ilegales.
  3. Transparencia: La transparencia es esencial en la lesgislación. Las plataformas deben ofrecer información sobre el funcionamiento de sus algoritmos de recomendación y brindar a los usuarios opciones para modificarlos. Además, deben ser claras en sus términos y condiciones.
  4. Recolección de datos: La LSD prohíbe que las plataformas utilicen información personal para perfiles de usuarios. Además, no pueden utilizar información sensible, como la orientación política, para publicidad personalizada.

En caso de incumplimiento, las plataformas enfrentan sanciones que ascienden a aproximadamente el 6% de su facturación anual global.

Ya hemos visto a algunas empresas adaptándose a estas regulaciones, como TikTok, Twitter, Facebook, Instagram, Amazon y Google, que han implementado cambios para cumplir con la DSA y ofrecer a los usuarios más control y transparencia.

La lesgilación es un paso importante de la UE para regular los servicios digitales y proteger a los usuarios, al tiempo que fomenta la competencia leal. La pregunta final es: ¿Cuándo avanzará México en esta dirección? Es un tema crucial que requiere una discusión y acción similares para proteger a los usuarios mexicanos y promover una competencia justa en el ámbito digital.