Tal como el ámbito digital ha aportado significativos beneficios, conectando a usuarios de todo el orbe, democratizando el acceso a la información y facilitando la participación de un amplio sector de la población, también ha generado un impacto negativo en varios aspectos de la vida cotidiana, como en el uso de redes sociales para manipular mediante la desinformación.

 

Según el Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial (bit.ly/490AdhY), la desinformación se posiciona como el riesgo con mayores probabilidades de desencadenar una crisis de magnitud global en los próximos dos años. Además, se ha identificado como el riesgo global que más incremento ha experimentado en el último año. Un abrumador 86% de los expertos encuestados considera que la educación y la concienciación pública constituyen la solución más crucial frente a la desinformación.

 

Casi la totalidad de los expertos, independientemente de su campo de especialización o edad, manifiestan preocupación por la desinformación. Para actores de la sociedad civil, el ámbito académico y el sector privado, representa el riesgo primordial, mientras que para representantes de organizaciones internacionales y gobiernos, ocupa el segundo lugar, solo detrás de los eventos climáticos extremos.

 

La inteligencia artificial generativa como herramienta accesible a todos y el avance hacia tecnologías cada vez más avanzadas, han intensificado la alarma global respecto al alcance y las consecuencias de este fenómeno. El informe destaca que es el riesgo de más rápida escalada, ascendiendo 15 puestos en la clasificación desde el año anterior.

 

Los expertos perciben la desinformación y la polarización social como dos riesgos interconectados y potenciadores mutuos. Conforme a las conclusiones de otros estudios similares, resaltan que las sociedades polarizadas tienden a confiar más en información que respalde sus convicciones, independientemente de su veracidad.

 

En un año donde la mitad de la población global enfrentará elecciones, el informe alerta sobre los riesgos: “Si se cuestiona la legitimidad de las elecciones, es factible la confrontación civil, que podría escalar a conflictos internos, terrorismo y, en los casos más graves, al colapso del Estado”.

 

Además, se subraya el peligro de que ciertos gobiernos exploten la proliferación de la desinformación para “intensificar el autoritarismo digital y el uso de la tecnología como instrumento de control ciudadano”. Esta observación concuerda con las recomendaciones del informe sobre la gobernanza de plataformas digitales emitido por la UNESCO en 2023, el cual enfatiza la importancia de luchar contra la desinformación promoviendo al mismo tiempo la transparencia y la libertad de expresión.

 

Algunos expertos (bit.ly/4b1YGW4) sugieren que cualquier medida para contrarrestar la desinformación debe procurar el máximo consenso político y social, evitando que se perciba como una estrategia partidista de censura del discurso crítico.

 

El informe no se limita a exponer riesgos, sino que también propone soluciones potenciales. El estudio invitó a los participantes a considerar qué estrategias poseen un mayor potencial para fomentar acciones de mitigación y prevención de la desinformación. Los especialistas identifican tres áreas fundamentales: la sensibilización pública y la educación; la responsabilidad de actores relevantes; y la regulación.

 

La democracia y el debate público cada vez enfrenta más retos. ¿Podemos evitar el daño de la desinformación?