En el panorama actual, la Inteligencia Artificial (IA) se erige como un fenómeno revolucionario, especialmente tras el lanzamiento de herramientas disruptivas como ChatGPT y Dalle2.

Tomando como referencia a Carlos Nuñez, autor del artículo ¨IA y sostenibilidad democrática. El bien común frente al salvaje oeste de las ‘fake news’ (bit.ly/3RRbNSn), estas innovaciones han impulsado la IA a un plano de omnipresencia y polivalencia, siendo utilizada de manera diferenciada según el contexto: como un atractivo para inversores, un campo de desarrollo para ingenieros, o una herramienta estadística para programadores.

El auge de la IA se asienta en tres pilares: la generación masiva de datos, su procesamiento avanzado, y la accesibilidad a modelos abiertos de IA. Esto ha permitido una evolución rápida y diversificada en su uso, desde la creación de presentadores virtuales hasta la simulación de líderes políticos multilingües, incluso llegando a alterar el arte y el periodismo.

La comunicación ha sido particularmente afectada por esta transformación. Las grandes plataformas digitales, incluidas redes sociales y motores de búsqueda, han redefinido su rol, pasando de ser meros canales de comunicación a convertirse en gigantescos medios de comunicación.

Este cambio trae consigo un modelo de negocio enfocado en maximizar beneficios a través de la publicidad, a menudo a costa de la calidad del contenido y sin asumir responsabilidad editorial. Este enfoque ha fomentado la proliferación de ‘fake news’, discursos de odio y una polarización social preocupante.

El periodismo profesional y de calidad se enfrenta a un doble desafío: el alto costo de producir información veraz y la dificultad de atraer grandes audiencias frente a contenidos gratuitos y de baja calidad. Hay quienes abordan este desafío no como una amenaza, sino como una oportunidad, utilizando la IA para mejorar la calidad periodística y crear un vínculo emocional con los lectores a través de contenidos exclusivos y diferenciados.

Sin embargo, el descontrol en el uso de la IA representa un peligro para la democracia, multiplicando la difusión de información falsa y contenido polarizante. Se hace imperativo regular la trazabilidad de los contenidos alimentados a la IA y alineando sus usos con criterios de sostenibilidad y respeto democrático.

La incorporación de la sostenibilidad democrática a los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) es vital. Esto permitiría a los anunciantes elegir plataformas que fortalezcan la convivencia democrática, y a su vez, apoyar a los medios comprometidos con el periodismo de profesional y de calidad.

La comunicación no puede ser un ‘salvaje oeste’, como dice Carlos Nuñez, donde coexistan aquellos que fortalecen y los que amenazan las democracias.

Se espera que en los próximos meses se masifique en mayor grado el uso de las herramientas basadas en IA, con la aparición de nuevas funcionalidades y plataformas. Un caso que promete una nueva revolución es la llegada de la plataforma Gemini de Google, que será un modelo de AI multimodal que puede generar y comprender, operar y combinar a la perfección diferentes tipos de información, incluyendo texto, imágenes, audios, videos y lenguajes de programación.

La IA, bien utilizada y controlada, debe servir al bien común y no convertirse en una herramienta de destrucción masiva para nuestras sociedades.