Los estados fronterizos entre México y Estados Unidos, incluyendo Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas en México, y California, Arizona, Nuevo México y Texas en EE.UU., son áreas de gran importancia estratégica. Con una frontera compartida de aproximadamente 3,145 kilómetros, estas regiones son notables por su vibrante actividad económica y rica diversidad cultural.

En 2022, el Producto Interno Bruto (PIB) combinado de estos estados fronterizos alcanzó los $6,600 millones de dólares. Esta cifra no solo supera la economía de gigantes latinoamericanos como Brasil, sino que también coloca a la región en la tercera posición a nivel mundial.

La zona se beneficia enormemente del comercio transfronterizo y la Inversión Extranjera Directa (IED), impulsados por tratados importantes como el T-MEC. Sectores clave como la manufactura, la agricultura y el comercio son pilares de esta dinámica económica.

Las maquiladoras desempeñan un papel crucial en la generación de empleo y en la integración de cadenas de suministro, contribuyendo significativamente al desarrollo económico. Además, la infraestructura de transporte, que incluye carreteras, puentes y ferrocarriles, es fundamental para garantizar el movimiento eficiente de bienes y personas a través de la frontera. Todo ello ahora potenciado por la relocalización de las cadenas de valor.

Culturalmente, la región fronteriza es un crisol donde se mezclan las culturas mexicana y estadounidense. Esta diversidad se manifiesta en una población bilingüe y multicultural, que enriquece tanto la oferta cultural como turística de la zona. Festivales, la gastronomía local y los sitios históricos son atractivos clave que fomentan el turismo y el desarrollo económico local.

Sin embargo, la región también enfrenta retos significativos, como la migración ilegal, el tráfico de drogas y armas, y cuestiones de seguridad. Estos problemas requieren una cooperación transfronteriza efectiva. Además, la gestión conjunta de los recursos naturales y ecosistemas es esencial para abordar desafíos ambientales de manera sostenible.

Para aprovechar al máximo estas oportunidades, se podría crear una “Macrorregión de Prosperidad Incluyente”. Esta iniciativa buscaría unificar esfuerzos y recursos en el contexto del T-MEC para impulsar la colaboración y el desarrollo regional, con un enfoque especial en la sustentabilidad y la innovación.

Sería crucial desarrollar una visión compartida que no solo aborde los desafíos de seguridad, sino también la gestión eficiente de los recursos naturales. Esto incluye aprovechar las oportunidades presentadas por una economía en transición hacia fuentes de energía más limpias y renovables.

En conclusión, los estados fronterizos entre México y Estados Unidos poseen un potencial económico, cultural y estratégico significativo. Comparten una historia en común. A través de la cooperación y la innovación, estas regiones tienen la capacidad de superar desafíos y maximizar oportunidades para el beneficio mutuo.

Estableciendo un modelo de prosperidad y desarrollo sostenible, pueden convertirse en un ejemplo de cómo los tratados comerciales pueden facilitar una integración efectiva y beneficiosa para todas las partes involucradas.