Queremos seguir enfocando nuestra atención en el cambio climático, reconociendo que la inacción ante las recomendaciones de científicos y expertos tendrá graves consecuencias.

Las palabras del Secretario General de las Naciones Unidas sugieren que estamos avanzando más allá del calentamiento global hacia una “ebullición climática” y ganan peso en vista de los hechos actuales. Los incendios en la Isla Maui de Hawái ilustran esta realidad de manera cruda: han sido devastadores, causando la pérdida de más de 100 vidas y constituyen el peor evento de este tipo en la historia de Estados Unidos.

A esto se suman incendios intensos en otras regiones como Grecia, España y varios países de África, junto con las temperaturas inusuales en el invierno del hemisferio sur de América, los récords de calor en Arizona y Sonora, y la persistente sequía en el noroeste del país. Estos eventos se unen como piezas de evidencia en este rompecabezas climático.

Además, el fenómeno de El Niño añade otra capa de complejidad. Sus fluctuaciones en las temperaturas del océano en el Pacífico ecuatorial pueden desencadenar huracanes y ciclones de gran alcance, ejemplificando el alcance global de esta situación.

La medición precisa de la temperatura promedio mundial es un desafío debido a la distribución desigual de los puntos de observación en todo el planeta. En su lugar, se emplea el método del reanálisis, combinando múltiples fuentes de información, como satélites y boyas, con modelos matemáticos. Esto permite una comprensión más completa de cómo ha evolucionado el clima a lo largo de las décadas (bit.ly/3EiB0xL).

Aunque existen márgenes de error, la Corporación de Universidades para la Investigación Atmosférica destaca que “los diferentes análisis de reanálisis han demostrado su utilidad cuando se utilizan con cautela”. Programas como Copernicus de la Unión Europea, los Centros Nacionales de Predicción Ambiental de Estados Unidos (NCEP), la NASA y la Agencia Meteorológica de Japón confían en este enfoque.

Desde principios de julio, la Corporación de Universidades para la Investigación Atmosférica ha registrado un incremento sin precedentes en la temperatura promedio de la Tierra.

La temperatura media del aire a dos metros por encima de la superficie terrestre, incluyendo tanto la tierra como los océanos, nunca había superado los 17 ºC. Sin embargo, según Copernicus, desde el 4 de julio ha excedido esta marca durante 11 días. Además, ha superado la máxima de 16.7997 ºC registrada el 13 de agosto de 2016 en al menos 30 días consecutivos, otro año marcado por El Niño.

El calentamiento también se refleja en la temperatura superficial del océano, particularmente en áreas fuera de los polos.

Destaca la disminución del hielo marino en torno a la Antártida, alcanzando su mínima extensión desde 1979, a pesar de ser invierno. Este cambio es significativo, ya que no había habido una tendencia clara de reducción hasta ahora.

Los alarmantes incrementos en las temperaturas del aire y del agua despiertan preocupación en la comunidad científica, expertos y líderes mundiales. Aunque no disponemos de confirmación definitiva, todo sugiere que la amenaza catastrófica que temíamos podría estar acercándose antes de lo anticipado. Nos encontramos en un punto crítico. ¿Somos conscientes de la gravedad de esta situación?