La amistad desempeña un papel fundamental en nuestra salud emocional y social. Sin embargo, en la actualidad enfrentamos una “recesión de la amistad”, con un preocupante declive en las relaciones personales de esta índole, tanto a nivel institucional como conceptual. Este declive puede atribuirse al auge de las redes sociales y a la falta de tiempo.

 

Diversos estudios señalan que las amistades requieren tiempo y presencialidad, dos elementos cada vez más escasos en nuestro mundo actual. Por ejemplo, investigaciones realizadas en Estados Unidos indican que el número de relaciones informales, pero intensas de afecto y simpatía está disminuyendo, especialmente entre los hombres jóvenes. El porcentaje de hombres que afirman tener al menos seis amigos cercanos (un número base) se ha reducido a la mitad entre 1990 y 2022. Además, el cambio de hábitos y estilos de vida ocasionados por la pandemia ha agudizado este síndrome de amistad menguante, con más de 20% de los estadounidenses declarando que no conservan ningún amigo íntimo.

 

Todo esto apunta hacia un declive de la amistad como institución y como concepto. Es posible que estemos redefiniendo nuestra noción de amistad cercana e íntima. En un mundo donde predominan las relaciones múltiples, superficiales y poco significativas a través de las redes sociales, es probable que hayamos elevado el estándar de lo que consideramos una amistad genuina, lo cual ha llevado a que muchas de nuestras relaciones sociales no cumplan con esa nueva exigencia.

 

Otro desafío para conservar la amistad es la falta de tiempo. Los amigos demandan un tiempo que a menudo no tenemos disponible en nuestras vidas ocupadas. Un estudio de la revista Medium propuso una fórmula: 11-3-6, que sugiere que se necesitan al menos 11 encuentros de al menos tres horas cada uno en seis meses para convertir a un conocido en un verdadero amigo.

 

El Pew Research Center señala que 35% de los estadounidenses admiten dedicar menos tiempo y energía a actividades sociales y de ocio presencial. Este cambio en nuestras prioridades puede afectar la calidad y la cantidad de nuestras relaciones amistosas.

 

Algunos expertos plantean la teoría de que estamos en un período de transición hacia un nuevo modelo de amistad, no necesariamente mejor, y que el declive que estamos experimentando se debe a que aún no hemos procesado por completo estos cambios.

 

Según Héctor Zacarías, periodista y filólogo, los múltiples canales que utilizamos para crear una sensación de cercanía artificial con las personas que queremos son simplemente un simulacro. Estamos pasando de la amistad presencial y “táctil” a una amistad más virtual.

 

Para enfrentar estos retos y conservar la amistad, es fundamental estar conscientes de la importancia de las relaciones personales y dedicar tiempo y esfuerzo para mantenerlas.

 

Debemos buscar oportunidades para interactuar y compartir experiencias, ya sea en persona o a través de medios de comunicación que promuevan una conexión auténtica. Además, es crucial cultivar la empatía, la comprensión y el apoyo mutuo en nuestras relaciones amistosas, y estar dispuestos a adaptarnos.

 

Fuentes: bit.ly/3WJ62as, bit.ly/42elts0.