Ante la inmensa y creciente desigualdad que vivimos, es urgente buscar alternativas para revertirla. Y entre las alternativas más efectivas está la educación, un gran igualador de oportunidades. Hay coincidencia entre los investigadores y expertos que a mayores niveles de educación existen más probabilidades de tener mejores ingresos y grados de bienestar.
La educación tiene la virtud de que puede resolver diferentes desigualdades y abre el mundo de la oportunidades a quienes la poseen. Pero además la educación puede ser una puerta para crear mayor capital social, ser un puente para que niños y jóvenes puedan adquirir conciencia de su comunidad y “enseñarlos” a ser ciudadanos. Un modelo que se está implementando con éxito en diferentes partes del mundo es la denominada “escuela de barrio”.
La idea principal de la escuela de barrio es llevar el proceso de aprendizaje de niños y jóvenes a los espacios públicos de las ciudades. Se refiere a los parques, las plazas, las calles, los teatros, las canchas deportivas, etc.
En las ciudades es donde se desarrolla la vida de las personas en nuestros días, por lo que conectar los procesos educativos con esta realidad cotidiana, permite crear un puente para apropiarse de la comunidad. Los espacios públicos son los sitios de transición de la vida en casa a la vida social. La formación educativa no puede estar desasociada de esta realidad. Al contrario, se debe de sustentar en ella.
La UNESCO propone cuatro pilares para una formación integral y continua:
- Aprender a conocer. La necesidad de adquirir los instrumentos de la comprensión. Ello tiene que ver con comprender el mundo que nos rodea.
- Aprender a hacer. Después de aprender a conocer, tenemos que aprender a hacer, esto es, poner en práctica los conocimientos adquiridos.
- Aprender a vivir juntos. Significa entender que vivimos en comunidad con otros seres iguales a nosotros.
- Aprender a ser. La educación tiene que conectarnos con nuestro todo, el cuerpo, la mente, las emociones, la espiritualidad y demás. Con ello se está en posibilidades de desarrollar el pensamiento individual y el crítico, y tener la capacidad de formarnos un juicio propio.
Si bien gran parte del los procesos de una formación integral y continua se dan en las aulas de la escuelas con procesos formales, una alternativa que varias comunidades en el mundo es aprovechar la infraestructura pública para potenciar este proceso por medio del modelo de escuela de barrio. Llevar
el proceso educativo a los espacios públicos para conectar el proceso educativo con el proceso social.
La idea es llevar parte de las clases formales y las extracurriculares a la calle, al parque, a la plaza cívica, a los espacios deportivos, a los edificios públicos, entre otros.
Por ejemplo, el juego es una de la estrategias que permite potenciar la adquisición de conocimientos entre niños y jóvenes. Llevar la escuela a las canchas deportivas públicas permite aprovechar un espacio idóneo para la adquisición de conocimientos a través de juegos deportivos, y a la vez acercar a niños y jóvenes a estos espacios para fomentar la adquisición del hábito del deporte.
Llevar la escuela a la calle para observar los procesos sociales cotidianos y entablar conversaciones entre estudiantes con personas comunes permite reforzar el entendimiento de lo que significa una comunidad, de quienes la conforman y cuáles son las reglas básicas para su funcionamiento.
Adicionalmente, se puede complementar este modelo a través de estímulos que refuercen el apropiamiento comunita
rio,como concursos de videos de expresiones culturales, proyectos de transformación y rehabilitación de espacios y mejores estrategias para formar mejores comunidades.
De igual manera, la presencia de niños y jóvenes en los espacios públicos realizando sus procesos educativos, promueve el reconocimiento social de educación entre los pobladores e invita a apoyar la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo.
Llegó el momento de buscar otras opciones, más allá del solo uso de la tecnología, para mejorar el poder transformador de la educación. La escuela de barrio puede ser una buena opción porque promueve la inclusión, fomenta el capital social y forma futuros buenos ciudadanos.