Han sido días agitados, sin duda. El pasado domingo tuvimos elecciones en seis estados de la República. La joya de la corona eran las gubernaturas de Baja California y Puebla, ambas fueron para los candidatos de Morena. Con ello, este partido gobernará siete entidades que concentran el 30% de la población nacional.
Aunque un elemento distintivo de los comicios locales es que concitan menor interés en los electores, esta vez las tasas de participación ciudadana fueron preocupantemente bajas: Durango 45%, Aguascalientes 39%, Puebla y Tamaulipas 33%, Baja California 30% y Quintana Roo 22%.
Cabe resaltar la estrepitosa derrota del PAN en Baja California, uno de sus bastiones históricos, donde Morena se llevó prácticamente todo. En Puebla ganó Miguel Barbosa con una amplia ventaja sobre el candidato de la alianza PAN-PRD-Movimiento Ciudadano, el Dr. Enrique Cárdenas, un destacado investigador, exrector de la Universidad de Las Américas Puebla, quien logró el 33% de los votos -un porcentaje nada desdeñable- mostrando que hay espacio todavía para las candidaturas ciudadanas.
A pesar del complicado momento que vive, el PAN mostró fortaleza en algunos estados: en Aguascalientes ganó la capital donde viven 7 de cada 10 habitantes y es el corazón económico, político y cultural de la entidad. Asimismo, sus candidatos triunfaron en 18 de los 39 ayuntamientos de Durango, entre ellos la capital, el PRI mostró, también, su fuerza al ganar 16 alcaldías. En Tamaulipas Acción Nacional arrasó en los comicios para renovar el Congreso local. En Quintana Roo, Morena triunfó de manera contundente y tendrá mayoría en el Poder Legislativo estatal, continuando así la tendencia a la consolidación de este partido en el sureste del país.
De los comicios del pasado domingo se desprenden varias lecciones: Morena se sigue apuntalando como el nuevo partido hegemónico, sin embargo, queda claro que, cuando no cuenta con el empuje de López Obrador en las boletas, queda expuesto a las vicisitudes de la competencia local (para algunos analistas este partido exhibe ya signos del desgaste de gobernar).
Otra lección es que el PAN sigue siendo un partido competitivo a nivel regional y que, de seguir una línea de reconstrucción estratégica de sus bases y su propuesta política, puede erigirse en una oposición digna de tomarse en cuenta para las elecciones intermedias de 2021. En tanto, el desdén a las urnas mostrado en los altísimos niveles de abstención, manda una preocupante señal de que continúa profundizándose el distanciamiento de los ciudadanos con respecto a la política y a las instituciones y prácticas democráticas.
Mientras los mexicanos acudían a votar, Donald Trump amenazó con imponer un arancel de 5% a las exportaciones mexicanas a partir del próximo lunes, mismo que ira creciendo hasta alcanzar el 25%, si nuestro país no detiene, de una vez por todas, la inmigración ilegal que proviene de Centroamérica.
Inmediatamente se disparó el tipo de cambio y se generó una profunda incertidumbre ya que, de hacerse efectiva la advertencia de Trump, México podría entrar en recesión (el PIB podría caer 1.8% este año).
Trump está tomando como rehén al comercio exterior entre las dos naciones (que asciende a más de 600 mil millones de dólares en un contexto donde México se ha convertido en el principal exportador a EU), para presionar a nuestro país a endurecer su política migratoria estableciendo controles más severos en la frontera sur para el cruce de indocumentados, y convertirse en “tercer país seguro” para que se queden en México todos los inmigrantes centroamericanos que soliciten asilo en Estado Unidos mientras su petición se encuentra en proceso.
México ha rechazado esta posibilidad, y la razón es muy simple: carecemos de los recursos y andamiajes institucionales suficientes para brindarles a estos miles de seres humanos atención integral, continua y permanente.
Trump ha iniciado su campaña para la reelección en 2020 y está utilizando el tema migratorio y los ataques a México para fortalecer su base ultraconservadora. Su propósito es político, no comercial.
Miente al decir que México no hace nada: en seis meses, las autoridades mexicanas han detenido y repatriado a más de 80 mil centroamericanos que habían ingresado ilegalmente a territorio nacional.
84% de la población respalda la postura de AMLO ante las presiones de Trump (El Financiero, 4 de junio), y esta es una buena noticia.
Ojalá que el Presidente comprenda que, ante un panorama tan desafiante, es necesario dejar atrás el discurso polarizador para convocar a la unidad de todos los mexicanos. No hay tiempo para confrontaciones, debemos caminar juntos.