Las ciudades se han convertido en los epicentros de la vida moderna, atrayendo a la mayoría de la población mundial. Actualmente, se estima que 61% de las personas vive en áreas urbanas, y en el caso de México, esta cifra alcanza aproximadamente 78%.

 

Las ciudades son atractivas por muchas razones. Son el motor de la economía global, generando 80% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. Además, son centros de innovación, conocimiento, educación y cultura, ofrecen una infraestructura de primera categoría y servicios públicos de calidad. Son el escenario donde se toman decisiones clave, tanto en el ámbito público como privado, entre otros aspectos destacados.

 

También las ciudades tienen más identidad y claridad en sus objetivos comunes, mayor facilidad y flexibilidad para adaptarse a los nuevos entornos y lograr acuerdos entre sus habitantes para avanzar en nuevas rutas.

 

Sin embargo, las ciudades también enfrentan desafíos que las hacen cada vez menos habitables y más complejas. Problemas como la contaminación, la densidad de población en espacios reducidos y la congestión vehicular, debido al uso excesivo de automóviles, entre otros, que dificultan la calidad de vida urbana. Además, la pobreza y la desigualdad suelen concentrarse en las áreas urbanas.

 

A estos problemas se suman los desafíos del financiamiento de su desarrollo, especialmente son graves y profundos en la región latinoamericana.

 

Teniendo en cuenta todo esto, resulta evidente que las ciudades se encuentran en una crisis debido a sus crecientes problemas, la complejidad del entorno para la toma de decisiones y los desequilibrios fiscales.

 

Por lo tanto, es fundamental adoptar nuevos enfoques más integrales basados en la evidencia, sin margen para equivocaciones o experimentos.

 

Una respuesta innovadora para analizar y proponer mejoras en los centros urbanos es la ciencia de las ciudades o ciencia de datos urbanos. Este campo emergente utiliza técnicas de análisis de datos para comprender y abordar los desafíos urbanos. Se basa en la recopilación y análisis de grandes volúmenes de datos generados en y para las ciudades, como información económica, social, política, registros administrativos, y hasta de sensores y redes sociales.

 

Estos datos proporcionan valiosa información para identificar relaciones, patrones y dinámicas urbanas, lo que ayuda en la toma efectiva de decisiones y la gestión urbana.

 

La ciencia de las ciudades se apoya en técnicas estadísticas, aprendizaje automático, minería de datos y visualización de datos para analizar y comprender la información urbana. Se obtienen nuevos conocimientos sobre diversos temas, como flujos de tráfico, calidad del aire, consumo de energía, inseguridad y violencia y comportamientos ciudadanos, entre otros aspectos relevantes para la planeación urbana.

 

La inteligencia de localización, por ejemplo, que implica visualizar datos espaciales para identificar relaciones y tendencias. Los datos actuales e históricos de movimientos y ubicaciones permiten comprender los desafíos actuales y construir urbes más inteligentes, flexibles y eficientes. Permiten tomar decisiones informadas y basadas en evidencia.

 

La ciencia de datos aplicada a la planeación urbana logra que las ciudades aborden sus crecientes desafíos con mayor evidencia e inteligencia, sobre desafíos no resueltos como la exclusión social estructural, la contaminación ambiental, la baja mitigación y resiliencia climáticas, el estancamiento de la productividad y la gobernanza urbana débil.

 

En conclusión, la ciencia de las ciudades considera herramientas poderosas en la planificación de nuestras ciudades. Las diferentes disciplinas que la integran permite tomar decisiones informadas y basadas en evidencia comprobable, y con ello gestionar eficientemente los recursos y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

 

Fuentes:

bit.ly/3XxGCg3, bit.ly/3r9sU7f, bit.ly/3Nyh3qz, chat.openai.com.