La tecnología ha roto las barreras del tiempo y el espacio, ha transformado la forma en que nos comunicamos, trabajamos, divertimos e informamos, entre otros muchos aspectos. Especialmente la forma en que trabajamos. Prácticamente todos quienes trabajamos, utilizamos la tecnología, al menos la computadora, programas informáticos e Internet.

Ello nos ha hecho más productivos y eficientes, mejor comunicados, más colaborativos, mejor informados. También nos ha abierto la posibilidad de trabajar de forma remota. Hoy podemos trabajar desde cualquier lugar que tenga una conexión a Internet.

Esta nueva forma de trabajar a distancia se incrementó por necesidad en la pandemia del covid-19, creando un nuevo fenómeno: los nómadas digitales. Un nómada digital “es una persona que utiliza Internet para desempeñar su ocupación y/o para vender sus conocimientos a otras personas o empresas. En otras palabras, trabaja de forma remota, cuestión que le permite poder llevar una ‘vida nómada’, es decir, poder vivir viajando o residir en otras ciudades” (bit.ly/3mgck34).

Según algunas estimaciones, hay 35 millones de nómadas digitales en todo el mundo en la actualidad. Este fenómeno ha traído como consecuencia otro: la gentrificación de las ciudades.

Gentrificación es un “proceso mediante el cual la población original de un sector o barrio, generalmente céntrico y popular -de una ciudad-, es progresivamente desplazada por otra de un nivel adquisitivo mayor” (bit.ly/3IJsfOG). Los nómadas digitales tienen ingresos superiores porque la mayoría trabaja en industrias de tecnología o ligadas a la innovación y la creatividad, las cuales son pagan buenos salarios.

“Un estudio reciente de la empresa Verizon Business reveló que la pandemia de covid-19 aceleró la tendencia de los nómadas digitales, con un aumento de 48% en los trabajadores remotos en los últimos dos años. Además, el estudio señala que los nómadas digitales gastan en promedio 28% más que los residentes locales, lo que puede tener un impacto significativo en la gentrificación” (https://chat.openai.com/chat).

Aseguran que “el nómada digital es un imán de la economía, un acelerador de innovación, un germinador creativo, un polinizador de futuros que está siendo desaprovechado (inclusive satanizado en muchos aspectos) por la incapacidad de entender el fenómeno y las oportunidades que ofrece en su totalidad”, (bit.ly/3Z9wL00).

“El informe de Airbnb también señala que los nómadas digitales pueden tener un impacto significativo en la economía local. En Lisboa, por ejemplo, se estima que los nómadas digitales gastan más de 17 millones de euros al año” (https://chat.openai.com/chat).

Si bien los nómadas digitales generan gastos en beneficio de las ciudades, también pueden impactar negativamente. “Los nómadas digitales suelen elegir vivir en áreas urbanas que ofrecen una calidad de vida alta y una gran cantidad de servicios, lo que puede llevar a un aumento en los precios de la vivienda y la expulsión de los residentes de bajos ingresos”.

Según la “comunidad llamada NomadList, que provee información precisa sobre los mejores lugares del mundo para trabajadores remotos, la Ciudad de México es el sexto sitio más popular entre los nómadas digitales, apenas por debajo de Lisboa (Portugal), Canggu (Bali), Bangkok, Chiang Mai (Tailandia) y Buenos Aires (Argentina)” (bit.ly/3Z9wL00).

Como todo nuevo fenómeno, los nómadas digitales tienen beneficios y consecuencias. Algunas ciudades y países ya han tomado decisiones para reducir los impactos negativos. En nuestro país, que ya es un jugador en este tema, seguimos sin reaccionar.