El cambio climático es una terrible realidad hoy en día. Para quienes no creían en este fenómeno, los últimos acontecimientos de inundaciones, sequías, cambios en las temperaturas en diferentes partes del mundo, que han ocasionado muertes, devastado comunidades y complicado la producción de alimentos, dejan en claro la difícil situación en la que nos encontramos.
Dentro de sus consecuencias, y de la mala planeación de nuestras ciudades y la escasa cultura del cuidado de los recursos naturales, destacan los problemas de agua. En el mundo entero, como la dramática situación de Ciudad del Cabo en Sudáfrica, o los casos próximos como la crisis en Monterrey y otras ciudades del país, avizoran la urgemcia de proponer respuestas.
Así las ciudades han empezado a repensar su diseño urbano buscando aprovechar y cuidar el agua. Es el caso de las denominadas ciudades “esponja”, cuyo origen se identifica con los esfuerzos en varias ciudades chinas.
“Las ciudades esponja son una solución del urbanismo bioclimático con soluciones basadas en la naturaleza (SbN) que persigue asentamientos humanos compatibles con el entorno natural, con foco en su resiliencia al agua. Una ciudad esponja es un modelo urbanístico capaz de lidiar con fenómenos como riadas, monzones, crecidas, inundaciones u otras manifestaciones acuáticas, a través de sistemas de drenaje o zonas inundables que evitan la acumulación de agua sobre un pavimento impermeable” (https://bit.ly/3Tr6J58).
“La ciudad esponja aprovecha la infraestructura urbana verde, desde la revegetación de superficies impermeables hasta los techos verdes y humedales, para mejorar la disponibilidad de agua, su calidad y reducir las inundaciones” (https://bit.ly/3SdseVY).
“Su objetivo es aumentar la infiltración, detención, almacenamiento, tratamiento y drenaje del agua, al tiempo que mejora la habitabilidad urbana” (https://bit.ly/3D4O49U).
“No hay duda de que la urbanización desmedida provoca suelos impermeables de hormigón y asfalto, que impiden la filtración y drenaje del agua de lluvia y provocan escorrentías superficiales, y, por ende, inundaciones. Los sistemas de alcantarillado son también insuficientes y algunos casos obsoletos, ya que son incapaces de absorber las aguas residuales y pluviales de los sectores urbanos más densamente poblados (https://bit.ly/3MFKfuZ).
“Las ciudades esponja resuelven este problema al diseñar infraestructura verde que permite que el agua se filtre al subsuelo, combinadas con zonas inundables tanto de tierra como de otros materiales. Así, conviven dos mecanismos: tanques de tormenta a ras de suelo para almacenar aguas, y zonas verdes que envían el agua hacia abajo”.
“Las paredes y las azoteas verdes son dos características del diseño que las ciudades esponja utilizan para absorber el agua y mantenerla dentro de una ciudad, en vez de que el agua contribuya a las inundaciones (https://bit.ly/3ETnpyo).
También se sugiere que se usen las medidas convencionales para el cuidado del agua, como “el uso de afluentes alternativos, incluyendo el agua desalinizada, agua gris tratada y agua de lluvia cosechada para reforzar los suministros de agua no potable”.
Para China, el tema de las ciudades esponja es prioritario, a tal grado que se han marcado el objetivo de que, en 2030, 80% de sus áreas urbanas absorban 70% del agua de lluvias. Su programa piloto abarca 30 ciudades.
Llegó el momento de reaccionar de manera rápida y efectiva a los efectos del cambio climático y a la escasez de agua en las ciudades. El modelo de ciudades esponja puede ayudar. ¿Tendremos la capacidad para incorporarlo a la planeación urbana actual? Ya veremos.