Las ciudades se han convertido en el lugar privilegiado para vivir actualmente y lo serán más en el futuro. De acuerdo a las Naciones Unidas “en 2050 el 70% de la población mundial vivirá en las urbes. El consumo que los núcleos urbanos generarán podrá llegar hasta 75% de la energía mundial y, como consecuencia, a emitir casi 90% de CO2 (https://bit.ly/3VYjvKI).

Además, serán los grandes centros de la actividad económica y del talento. Sin embargo, las ciudades afrontan grandes rezagos y dilemas en materia de planeación urbana, dotación de servicios básicos, sustentabilidad y degradación en las relaciones humanas. El tamaño del reto es mayor. Una opción para enfrentarlo es humanizar las ciudades, esto es, colocar en el centro de las decisiones a las personas.

Aquí vale la pena recuperar el pensamiento de Jan Gehl, un reconocido arquitecto danés y consultor de diseño urbano. Centra su “filosofía de las ciudades en entenderlas como punto de encuentro para las personas que viven en ellas. Humanizar las ciudades significa mejorar las condiciones para caminar, utilizar las plazas y los parques para que la gente socialice, procurar que desarrolle allí actividades culturales diarias”.

El mayor objetivo es “reestructurar sus barrios y devolverlos a la escala humana, dejando de lado aquellos edificios grandes que aglutinaban gran número de familias” (https://bit.ly/3VR7gQ1).

Hay ya algunos casos de ciudades que han avanzado en este enfoque, por ejemplo, París, Barcelona y Bogotá (https://bit.ly/3VV3lBD).

“París ha cambiado mucho en la última década. Los coches han perdido terreno frente a las bicicletas y los peatones. Los barrios han ganado servicios públicos gracias a la ‘ciudad de los 15 minutos’, una iniciativa que apuesta por hacer más humana la capital francesa. Ese proyecto de transformación urbanística está encabezado por la alcaldesa Anne Hidalgo, que gobierna la ciudad desde 2014”.

Hidalgo reforzó el papel de los colegios como epicentro barrial. “Todo el mundo, tenga un hijo yendo a la escuela o no, vive al ritmo de las escuelas, igual que los comercios, la seguridad, la limpieza”.

El punto de partida del proyecto de la ciudad de los 15 minutos. A su alrededor se han construido equipamientos y se ha reducido —o eliminado— el tráfico.

En Barcelona, se “impulsa el proyecto de la Supervilla [Supermanzana] para reducir el tráfico y la contaminación. El objetivo es peatonalizar calles para ganar espacios verdes y seguros y promover el uso del transporte público. Era un contrasentido que en Barcelona 60% del espacio público fuera para el coche cuando solo 10% de los residentes utilizan el coche para desplazarse. Y dices: ¿dónde estaban todos estos niños y niñas? Estaban encerrados en casa hasta que tuvieron espacio y pudieron ser protagonistas de la ciudad”.

Bogotá es otro caso. “Claudia López se convirtió en la primera alcaldesa de Bogotá a finales de 2019. Desde entonces, ha iniciado una revolución urbanística dirigida a mejorar la vida de las ciudadanas a través de las llamadas ‘manzanas del cuidado’. En ellas, se ofrecen numerosos servicios para cuidadoras: capacitación laboral en distintos oficios, programas para terminar la educación primaria y secundaria y clases de yoga, pilates y natación. Mientras realizan esas actividades, hay un equipo de profesionales que las sustituye en las labores de cuidado atendiendo a menores de cinco años, personas con discapacidad y adultos mayores”.

La Alcaldesa López señala: “Nos acostumbramos y volvimos normal la feminización de la pobreza y la recarga de trabajo de las mujeres, pero eso no podemos tener sociedades inclusivas así”.

El mundo enfrenta viejos y nuevos retos, y las ciudades son clave en ello. Son el espacio privilegiado de vida. Y enfrentan grandes retos, pero también hay enfoques como el humanizarlas, que nos abre la esperanza de que podemos recuperar el gusto de vivir en ellas. París, Barcelona y Bogotá son ejemplos de ello, también del nuevo liderazgo de las mujeres en los cambios públicos.