Del cambio climático hemos venido hablando en los últimos 10 años con cierta intensidad. Hay quienes creen que es una terrible realidad y otros dicen que es una exageración de los ambientalistas y de líderes políticos que buscan protagonismo.

Sin embargo, hay hechos que no pueden ser negados: el incremento del promedio de la temperatura en el planeta y sus consecuencias en el deshielo de glaciares, el incremento del nivel del mar y mayores desastres naturales en diferentes partes del mundo, como son las sequías y las inundaciones.

De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, los datos del calentamiento global son muy preocupantes:

  • “Para cada año comprendido entre 2022 y 2026, se prevé que la temperatura media anual en superficie del conjunto del planeta sea entre 1.1 °C y 1.7 °C superior a los niveles preindustriales, que corresponden a la media del periodo 1850-1900.
  • En comparación con la media de 1991 a 2020, el régimen pluvial previsto para 2022 sugiere una mayor probabilidad de condiciones mássecas en el suroeste de Europa y el suroeste de América del Norte, y una mayor pluviosidad en el norte de Europa, el Sahel, el noreste de Brasil y Australia.
  • En comparación con la media de 1991 a 2020, el promedio de las precipitaciones previstas para el periodo de noviembre a marzo entre 2022/2023 y 2026/2027 sugiere una mayor pluviosidad en los trópicos y una reducción de las precipitaciones en las zonas subtropicales, condiciones congruentes con los efectos previstos del calentamiento del clima¨ (https://bit.ly/3zqgoAA).

Los estragos del elevamiento de la temperatura ya están en nuestras noticias cotidianas. Las altas temperaturas de este verano en Europa y Estados Unidos han roto récords. En México estamos igual.

Inglaterra ha registrado temperaturas de 40 °C y 41 °C, rebasando el récord anterior de 38 °C de 2019. En Francia, España, Portugal y Grecia, el calor ha provocado incendios forestales en más de 19,000 hectáreas y varios cientos de personas han muerto por la ola de calor.

En Estados Unidos está en alerta por alta temperaturas que afectan a 100 millones de personas en 28 estados. En Texas y Oklahoma se han registrado temperaturas superiores a los 46 °C. Por otro lado, Kentucky padece tremendas inundaciones al mismo tiempo.

Hay un hecho que llama la atención. La NASA mide el clima en el mundo y acaba de detectar el rompimiento del récord mundial, anteriormente situado en el Valle de la Muerte en California, por el Desierto de Altar en Sonora con 56.7 °C a la sombra y de 80 °C al sol.

Nuestro país se encuentra inmerso en una gran sequía, de acuerdo a los dictámenes de SEMARNAT y CONAGUA, por la falta de lluvias.

Las consecuencias del cambio climático ya las estamos padeciendo. Dejó de ser un tema de futuro. Tenemos que hacer cambios y esfuerzos sin precedentes para poder evitar más daños. De no hacerlo, pronto tendremos que estar tomando decisiones complejas, como limitar la agricultura o la ganadería, o la industria para poder dotar de agua a los habitantes de las principales ciudades.

Mientras los políticos en el mundo y en el país reaccionan y se ponen de acuerdo, todos estamos obligados a tomar medidas, que sumadas en una gran acción colectiva, pueden ayudar a cambio el destino actual. Entre estas medidas, están las de ahorrar energía eléctrica, evitar el uso de plástico y cuando los usamos darle varios usos, separar la basura, recolectar agua para usos diferentes, cuidar que no haya fugas en nuestras casas, bañarse en un máximo de 5 minutos, entre otras.

Se nos acabó el tiempo y ahora vamos con viento en contra. De nosotros dependerá lo que suceda en los próximos años. ¿Podremos? ¿Lo entenderemos?