En nuestro país y en el mundo hay una creciente preocupación por el aumento de la aridez de la tierra que es provocada por las continuas y prolongadas sequías de la actualidad. Las zonas desérticas y áridas crecen y las tierras fértiles para el cultivo de alimentos se reducen. Todo ello genera una alarma ante la probable escasez de alimentos y de agua.

De acuerdo con Wikipedia, la “sequía es una anomalía climatológica transitoria en la que la disponibilidad de agua se sitúa por debajo de lo habitual de un área geográfica. El agua no es suficiente para abastecer las necesidades de las plantas, los animales y los humanos que viven en dicho lugar.

La causa principal de toda sequía es la falta de lluvias o precipitaciones, este fenómeno se denomina sequía meteorológica y si perdura, deriva en una sequía hidrológica caracterizada por la desigualdad entre la disponibilidad natural de agua y las demandas naturales de agua. En casos extremos se puede llegar a la aridez”.

Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) declaró que en lo que va del año 2020 la disponibilidad de agua ha bajado 6% y que los ecosistemas naturales han sido transformados en 70% a la fecha, y que para el año 2050 podría incrementarse al 90%.

Es por ello que me llamó la atención un reciente anuncio de una startup noruega llamada Desert Control, que sostiene que creó una tecnología para transformar los desiertos áridos en tierras fértiles susceptibles de ser cultivadas.

¿Cómo funciona esta tecnología? La tierra árida no puede retener ni agua ni nutrientes. Esta empresa noruega desarrolló una sustancia llamada Liquid Nanoclay (LNC), que tiene por objetivo de “recubrir las partículas de arena con una capa de arcilla de 1.5 nanómetros de espesor. El revestimiento permite que la humedad se adhiera y se absorba en la arena. Eso significa que el agua y los nutrientes también se quedan, creando las condiciones ideales para que las plantas crezcan”.

Así, las tierras tratadas con esta nueva tecnología pueden ser regadas por sistemas tradicionales y la “esponja” creada retiene la humedad, evitando se filtre más allá de las raíces de las plantas. Cabe señalar que este procedimiento no necesita productos químicos, solo arcilla y agua.

Pero lo que más asombra es que este proceso de recuperación de la fertilidad dura solamente ¡siete horas!.

La mayor limitación de esta nueva tecnología es su precio. El tratamiento cuesta entre $2 y $5 dólares por metro cuadrado. También faltan aún los estudios de sus efectos en los ecosistemas en el mediano y largo plazo.

Desde la denominada Revolución Verde, impulsada por el Dr. Norman Borlaug en los años sesentas en el Valle del Yaqui de Sonora, donde se duplicó el rendimiento de cultivos como el trigo y el arroz, no se tenía un avance tan prometedor para incrementar la producción agrícola.

La tecnología y la innovación están otra vez a punto de darnos una respuesta efectiva a una creciente preocupación mundial ante el incremento de la demanda de alimentos por el crecimiento poblacional y la desertización de grandes áreas de cultivo por la escasez de agua, generando un círculo negativo.

Además llega esta propuesta a levantar el ánimo antes los pobres resultados obtenidos en la atención al cambio climático que cada día provoca mayores estragos en el planeta y amenaza nuestra sobrevivencia. Bienvenidas las buenas noticias. Nos hacen falta.

Fuente: A Norwegian startup is turning dry deserts into fertile cropland, singularityhub.