Los candidatos independientes vinieron a romper el monopolio político de la partidocracia y a instalarse como serios contendientes en la disputa por el poder en México.
¿Por qué ganaron? ¿De qué están hechos? ¿Hasta qué punto representan aire fresco para nuestro sistema político? ¿Estamos frente a nuevas formas de representación democrática de los intereses ciudadanos? Son preguntas legítimas que debemos hacernos en la perspectiva de la intensa agenda electoral que nos aguarda para 2016, donde se renovarán 12 gubernaturas, 260 diputaciones locales y 1,182 presidencias municipales, con la segura participación de un importante número de candidatos independientes.
La fascinación por los independientes viene sobre todo del rechazo de los ciudadanos hacia la política y los políticos. El Bronco, por ejemplo, basó su campaña en la crítica al “viejo sistema de partidos” y llamó a “mandar de vacaciones al PRI y al PAN”. A esto se sumó el uso de un lenguaje y un estilo político irreverente que sedujo sobre todo a un sector estratégico: los jóvenes de 18 a 25 años, entre los que el Bronco tuvo 65% de popularidad, contra sólo 20% de Ivonne Álvarez (PRI) y 11% de Felipe de Jesús Cantú (PAN) (encuesta a la salida de urna, Parametría, 7 de junio de 2015).
El Bronco atrajo también a los votantes con mayor nivel educativo, a los simpatizantes del PRD y Morena y, algo clave: obtuvo el mayor consenso entre los indecisos, un sector significativo de potenciales votantes cuyo comportamiento electoral se ha convertido en un enigma para los encuestadores.
Lo sucedido en Nuevo León nos brinda una primera radiografía sobre cómo se conforma el voto por los independientes y sobre las razones de su éxito: utilizan un discurso fuertemente antisistémico (el volumen de la crítica al sistema de partidos es proporcional a los votos que obtienen); ejercen especial fascinación en los jóvenes (en permanente búsqueda de formatos políticos innovadores); capturan votos que de otra manera irían a la oposición. Debido a que no cuentan con aparato partidista y a que disponen de un financiamiento público limitado, utilizan medios alternativos de propaganda como el Internet y las redes sociales. Estamos ante nuevas claves para la disputa por el poder, donde un Facebook o un Twitter, gestionados con creatividad y lenguaje ciudadano pueden ser tanto o más persuasivos que el costoso mitin político o la construcción de redes clientelares alimentadas con dádivas de todo tipo.
Convencer a los electores en la época de la política como espectáculo, donde se vota cada vez más por el candidato y no por el partido, donde convence más un blog que la entrega de despensas, exige a los actores políticos transitar hacia renovados modelos de comunicación política. Más creativos, más enfocados, más gráficos. Quien no entienda las señales, se quedará a la zaga.
Ahora bien, en la medida que no responden a plataformas partidistas y están obsesionados por mostrar su carisma personal, gobernadores independientes como el Bronco son muy susceptibles de caer en decisiones que sólo buscan garantizar popularidad de corto plazo, que pueden ser irresponsables y tener altos costos para las finanzas estatales. Por otra parte, si no existe capacidad de negociación y construcción de acuerdos entre Jaime Rodríguez y el congreso de Nuevo León, donde por cierto no tiene representación parlamentaria y que buscará imponerle contrapesos, entraremos más temprano que tarde a escenarios de conflictividad entre los poderes Ejecutivo y Legislativo muy riesgosos para la gobernabilidad.
Otra pregunta es qué tan independientes son los candidatos “independientes”. El Bronco venía de una larga trayectoria priísta. Existen evidencias, además, que detrás del Bronco estuvo el patrocinio de poderosos grupos empresariales y mediáticos. Hoy, surgen voces que llaman a evitar que se manipule esta nueva figura y que pueda ser aprovechada por personajes que no ganan el proceso interno de su propio partido.
El congreso de Chihuahua, con mayoría priista, aprobó el pasado martes una reforma que establece que los candidatos que quieran competir como independientes, tendrán que comprobar que no militaron en algún partido tres años antes del día de la elección. Hay temor en la partidocracia, pero también la legítima duda sobre la autonomía política de estas nuevas figuras.
La ruta de las candidaturas independientes no será fácil y estará a prueba. Un caso cercano probablemente será la candidatura del hoy diputado independiente, Manuel Clouthier, a la gubernatura del vecino estado de Sinaloa el próximo año. Ello acerca este fenómeno a Sonora.
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