Con la aprobación del Presupuesto de Egresos para 2013 entrará en vigor el próximo 1 de enero, el anunciado Seguro de Vida para Jefas de Familia con una bolsa inicial de 400 millones de pesos, y cuyo objetivo será, de acuerdo al presidente Peña Nieto, “que las mujeres cabeza de familia tengan la tranquilidad de que, en caso de llegar a faltar, el Estado apoye económicamente a sus hijos hasta que terminen la universidad”.

De acuerdo con el Inegi, 5.3 millones de mujeres son madres solteras, separadas o divorciadas en México. Ellas constituyen una fuerza laboral importante, ya que cifras oficiales indican entre las mujeres la tasa de participación económica más alta es la de madres solteras con 72%, seguidas por las separadas, divorciadas y viudas con 46%.

Se trata de un tema de hondas implicaciones humanas. Las presiones que cargan sobre sus hombros estas mexicanas son enormes, al tener la responsabilidad total de proveer ingresos para sus hogares, educar y cuidar a sus hijos. La inmensa mayoría de estas mujeres tienen bajos niveles de escolaridad lo que merma su productividad laboral y las condena a ejercer empleos precarios vinculados a la informalidad donde, de acuerdo con el Inegi, se ubica el 34% de las mujeres con hijos.

Muchas veces su incapacidad para sostener la cohesión del núcleo familiar deriva en hijos expuestos al riesgo del abandono, las adicciones y la delincuencia, como lo han demostrado diversos estudios, generando así un círculo vicioso de vulnerabilidad y transmisión intergeneracional de la pobreza con altos costos sociales, económicos y de seguridad para el país.

De ahí el valor de esta iniciativa del nuevo gobierno que, bajo distintos esquemas, ya ha sido probado con éxito en países altamente desarrollados.

En Canadá, por ejemplo, se implementó la llamada “asistencia para el empleo e ingresos de madres solas”, que apoya a mujeres mayores de 18 años que tengan un hijo o estén embarazadas con una transferencia monetaria en caso de perder el empleo, y que va desde los 700 a 2,200 dólares canadienses, dependiendo de la estructura familiar.

En Nueva Zelanda se instrumenta el programa “huérfanos y niños sin soporte” que atiende a niños menores de 18 años en situación de orfandad, con un apoyo en efectivo entre 600 y 800 dólares neozelandeses semanales a tutores con la patria potestad en caso de muerte accidental de los padres.

Aprobado el presupuesto para su operación está pendiente saber cómo se instrumentará dicho Seguro, cuáles serán sus componentes de institucionalidad para garantizar que prevalezca la equidad, la transparencia y la rendición de cuentas y evitar, a toda costa, que este segmento de la población femenina en situación de riesgo se convierta en parte de un apetitoso mercado electoral para la nueva administración.

Cualquier autoridad en México, hoy, no importa su origen partidista, debe entender que sus acciones se desenvuelven hoy en el espacio de una nueva institucionalidad y de una estricta vigilancia ciudadana. El país cambió en los pasados 12 años, y también cambió la manera de instrumentar las políticas públicas.

Sin duda, dotar de un seguro de vida a las mujeres más vulnerables del país resulta un gran avance. Sin embargo, debe ser contemplado en el contexto de un esfuerzo mucho más integral, ya que el problema de fondo para estas mujeres es que carecen de seguridad social por falta de un empleo formal. La ausencia de seguridad social les impide el acceso a servicios de cuidado infantil o atención médica.

Y aquí veo otro reto para el Gobierno Federal, además de construir un buen

andamiaje institucional, que es complementar este esfuerzo para apoyar a las madres solas con una expansión de los servicios de Estancias Infantiles y del Seguro Popular, legado de la administración anterior, además de hacer efectivos los nuevos elementos de la Ley Laboral que posibilitan el trabajo por horas con prestaciones sociales para que estas mujeres, la inmensa mayoría de las cuales vienen de una difícil historia personal, de una lucha tenaz contra la adversidad, puedan invertir más horas en el cuidado y crianza de sus hijos, vivir tranquilas y disfrutar de las oportunidades y espacios de dignidad que merecen.