Una de las grandes limitantes que las personas en situación de pobreza en México enfrentan es estar fuera del sistema financiero formal.

Las familias más pobres no cuentan con posibilidad de ahorrar, ni de acceder a crédito o acceso a seguros, por lo que se encuentran en una gran situación de vulnerabilidad ante la ocurrencia de algún siniestro como enfermedades, robos y desempleo, entre otros.El que no estén dentro de los servicios financieros formales no significa que no los requieran o que no los estén usando. Aquí es donde entran los servicios no formales que tienen un alto costo y riesgo para la gente marginada: prestamistas, sistemas de usura, tandas de vecinos y demás.La exclusión de los servicios financieros impide que las familias adquieran, mediante el crédito, una casa o implementos de trabajo para tener ingresos, como podría ser una máquina de coser, equipo de carpintería o un refrigerador.Contar con servicios financieros facilita a las familias un mayor acceso a la educación y los servicios de salud: servicios elementales para el desarrollo del capital humano y social necesario para superar la pobreza. Existe un consenso internacional de que el desarrollo financiero formal es un mecanismo importante para promover el crecimiento económico y reducir la pobreza.Dado que la inclusión financiera es un pilar para superar la pobreza y para la construcción de una sociedad más próspera y más justa, en México se ha avanzado en la bancarización de prácticamente todos los programas sociales. Actualmente más de 7.5 millones de beneficiarios de estos programas reciben los apoyos a través de una tarjeta bancaria relacionada con una cuenta de ahorros.Una intervención sencilla, como abrir cuentas de ahorro, puede tener efectos dramáticos sobre el ahorro y la inversión. En un pequeño estudio aleatorio a cerca de 200 hogares en Kenia, la apertura de cuentas de ahorro llevó, 6 meses después, al incremento de alrededor de 40% de la inversión en sus micronegocios, y más del 15% de aumento en el gasto en alimentos.Esta inclusión de las personas marginadas en el sistema financiero formal, además permite la expansión de sucursales de los bancos. Un estudio realizado entre 1969-1990 en la India, concluyó que esta expansión ayudó a que el número de personas pobres en el país disminuyera un 17%.Por ello, con base en la bancarización de los beneficiarios de los programas sociales, podemos caminar al siguiente gran paso en la construcción de una estrategia más eficaz de combate a la pobreza, que cree los puentes necesarios entre la política social y la económica: la creación de un Sistema Financiero de Combate a la Pobreza.Ello nos permitiría: mejorar el acceso a mecanismos de protección social a través del acceso a seguros de vida y de gastos catastróficos para darle certidumbre al patrimonio de las familias más pobres; la creación de un historial bancario de ahorro que sirva como respaldo para ampliar el acceso a los servicios financieros; el acceso a créditos para impulsar proyectos productivos generadores de ingresos y autoempleo, equipar el hogar y mejorar la vivienda o adquirir una nueva, todo ello con tasas preferenciales; el acceso a un canal de bajo costo para recibir transferencias de dinero del extranjero; entre otros aspectos.Una intervención sencilla, como abrir cuentas de ahorro, puede tener efectos dramáticos sobre el ahorro y la inversión de la gente de escasos recursos. Con la bancarización lograda de las familias más pobres, ahora sigue la tarea de iniciar la siguiente gran transformación de la política social en México: construir un sistema financiero de combate a la pobreza. Hay coincidencia de expertos y no expertos: un mejor ingreso es la mejor solución a la pobreza.