Los daños que ha causado la covid-19 a la salud y a la economía son todavía incuantificables. Todos los días aparecen nuevos datos de los estragos de la que será posiblemente la enfermedad más contagiosa y letal de la historia del hombre, y ¡en plena era del conocimiento!

Junto a la explosión contagiosa que derivó rápidamente en pandemia, con la multiplicación de los contagiados y las muertes, llegó la necesidad de detener la actividad social y económica.

Hoy, prácticamente todos los sectores de la economía están afectados por cierres de operaciones totales o parciales en casi todos los países del mundo. Este es el caso de la industria del deporte que representa $756,000 millones de dólares, de los cuales $270,000 millones son de ventas al por menor relacionadas con este sector (36%), $200,000 millones de infraestructura, comida, bebidas y apuestas (26%); $171,000 millones son del deporte profesional (23%) y $115,000 millones de membresías de clubs y gimnasios (15%).

El cierre de la actividad deportiva tiene en vilo a millones de empleos y repercute en muchas actividades económicas relacionadas, sin dejar de reconocer también su impacto en la salud física, mental y social de las personas y las comunidades.

Si hablamos del deporte profesional, el daño es significativo. Solo en Estados Unidos en mayo se calculan pérdidas por $8,300 millones de dólares: $3,300 millones de dólares de gasto de los fanáticos de los deportes profesionales, $2,400 millones de turismo relacionado con los deportes juveniles, $2,200 millones de ingresos de las televisoras y $400 millones de salarios de vendedores de boletos y de cerveza y otros empleados en los estadios.

La industria del deporte profesional tienes tres fuentes principales de generar ingresos: los derechos de transmisión, la comercialización y los ingresos en el estadio durante los juegos. El principal ingreso es por los derechos de transmisión y representan ingresos en los últimos cinco años por cerca de $50,000 millones de dólares.

El valor de los derechos de transmisión de las principales ligas del deporte profesional es impactante. Por ejemplo, la NBA tiene un valor calculado de $24,000 millones de dólares por nueve años, la Premier League inglesa de $12,000 millones por tres años, y la Major League Baseball de $5,000 millones por siete años.

Mucho dinero en juego para dejarlo ir, ¿no creen? Entonces, ¿qué van a hacer los empresarios del deporte profesional frente a las restricciones de la “nueva” normalidad? Aquí algunos proyectos mediante el uso de la tecnología:

  • Torneo de la NBA en Disneyland Florida. La idea es invitar a 22 equipos profesionales de la NBA a jugar en una “burbuja” en el complejo Disney’s Wide World of Sports. Los participantes y familias estarían sujetos a pruebas, cuarentenas y reglas exhaustivas y estrictas para asegurar el distanciamiento social. Una de las herramientas que se usaría es un “anillo inteligente” para los jugadores para medir su temperatura corporal, su respiración y su frecuencia cardíaca. La compañía Oura que los fabrica dice que con ellos pueden detectar los síntomas de contagios con tres días de anticipación hasta con 90% de precisión.
  • Nuevas tecnologías en las ligas profesionales de béisbol y fútbol de Japón. Se está probando una nueva tecnología llamada “cheerer remoto”, que les permite a los jugadores que compiten a puerta cerrada sin público escuchar los gritos de los fanáticos desde sus casas. Otra tecnología que se está probando es el uso de cámaras de transmisión totalmente automatizadas y manejadas a distancia con el uso de inteligencia artificial, que además de que rastrean los movimientos de los jugadores y de la pelota, reducen los costos de filmación en un 90%.

La industria del deporte profesional es un buen ejemplo de reinvención y adaptación a las nuevas condiciones que nos impone la “nueva normalidad”. Con nuevos enfoques, ideas innovadoras y uso de novedosas tecnologías, están dando pasos hacia delante para recuperarse. Además, pronto veremos nuevos modelos de ventas de mercancías deportivas y servicios inteligentes para disfrutar mejor los juegos sin público, así como para la venta de botanas y bebidas en línea, con ofertas y modelos de consumo más atractivos.

Lo dicho, que puede ser un buen ejemplo para otras industrias: reinventarse o morir.