El proceso de las elecciones presidenciales ya inició formalmente y culmina con la votación del martes 3 de noviembre de 2020. Hace un par de semanas el presidente norteamericano Donald Trump lanzó su campaña de reelección, apoyado en el buen desempeño de la economía y su estilo polarizante que le reditúa, al parecer, en las preferencias suficientes para competir por seguir en su puesto.
Por su parte, los integrantes del Partido Demócrata iniciaron su proceso interno de su candidato con los dos primeros debates de sus 20 precandidatos. Y al parecer algo queda claro: los demócratas le están apostando al tema del cambio climático para contrastar con Trump y ganarle la elección. Persiguen con este tema, no solo aprovechar el creciente apoyo que está teniendo entre los estadounidense, sino contrastar el estilo provocador o antisistémico de Trump.
El tema del cambio climático ha tenido un viraje en el ánimo de los electores norteamericanos de 2017 a la fecha. En 2017, 58% de los demócratas, y 45% de los electores independientes, consideraban importante o muy importante detener los efectos del cambio climático. En 2018 continuaba el mismo porcentaje de apoyo al tema entre los demócratas, y crecía a 67% en el caso de los independientes.
Pero ya este año -2019-, 96% de los demócratas e independientes le daban prioridad al tema del cambio climático, por arriba del seguro de salud universal (Medicare) (91%), un mayor control de las armas (85%) y darle gratuidad a la educación superior (78%).
El precandidato más radical en materia de cambio climático fue Bernie Sanders al proponer un Nuevo Acuerdo Verde (Green New Deal) y con ello buscar generar grandes ahorros a las familias e impulsar la economía y la generación de empleos al transitar de manera acelerada del uso de los combustibles fósiles al uso total de energía verde. Parte de sus acciones es la reducción de las emisiones de contaminación de carbono del sistema de transporte con la construcción de trenes de pasajeros de alta velocidad, vehículos eléctricos y transporte público; prohibición del fracking y la nueva infraestructura de combustibles fósiles y mantener el petróleo, el gas y el carbón en el suelo y poner fin a las exportaciones de carbón, gas natural y petróleo crudo.
El programa más completo lo presentó Joe Biden, el puntero de las encuestas entre los demócratas, al proponer como meta para el 2050 una economía basada totalmente en energía limpia y cero emisiones. Entre su acciones más relevantes están la de utilizar las compras de gobierno por un valor de $500,000 millones de dólares anuales para impulsar la industria de vehículos de energía limpia y cero emisiones, promover una Ley de Aire Limpio y crear una nueva Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada centrada en el clima.
Otro precandidato que llamó la atención en el primer debate del Partido Demócrata fue Beto O’Rourke, quien propuso acciones para reducir la contaminación desde el primer día de su mandato, regresar a Estados Unidos al Acuerdo de París, liderar un plan global más ambicioso para 2030; y usar el poder de compra gubernamental a favor del cambio climático con inversiones en infraestructura, innovación y en las comunidades.
Era de esperarse que la mercadotecnia política norteamericana seleccionará un tema de creciente importancia para el electorado norteamericano y de contraste con la política de desprecio de Trump a temas relevantes para Estados Unidos y la comunidad internacional, como es el caso de los efectos negativos que esta trayendo consigo el cambio climático.
Pero es también alentador que el tema se retome en el país más desarrollado, porque ello abre la posibilidad de volver a una agenda que cuide el medio ambiente y promueva el equilibrio ecológico futuro. Ojalá que en México tenga impacto esta agenda demócrata.