Futuro de las campañas políticas

El triunfo de Trump deja en claro que lo más importante es una buena y bien implementada estrategia.

Nadie puede dudar el día de hoy que vivimos en un mundo globalizado y comunicado a través del Internet y las redes sociales. Los números no dejan margen para la duda: La ONU asegura que hay 3,500 millones de personas conectadas a Internet, lo que significa un 47% de la población mundial: 300 millones más que el año pasado.

Del total de las personas conectadas a Internet, por lo menos una tercera parte está activa en las redes sociales. Facebook ya cuenta con más de mil millones de suscriptores y Twitter con 385 millones de usuarios activos al mes. Bienvenidos pues al mundo de la comunicación globalizada.

Esta nueva realidad de la era de la información y el conocimiento está transformando todas las áreas del quehacer humano, y hasta la forma de hacer política. Pero, ¿Cómo va a cambiar la manera de hacer campañas políticas?

El experto Peter Diamandis asegura que Internet y las redes sociales van a modificar la forma actual de las campañas políticas a través de las siguientes tendencias:

Las campañas políticas van a ser cada vez más personalizadas. Con los datos disponibles sobre los millones de usuarios digitales, sistematizados a través de poderosas herramientas de procesamiento de la información (big data) y de inteligencia artificial, se podrán conocer con certeza los intereses y motivaciones de los diferentes grupos de electores.

Así será posible personalizar los mensajes de parte de los partidos políticos y los candidatos. Dentro de muy poco habrá herramientas donde se registrará el mensaje, y automáticamente éste se transformará en spots que se distribuirán a los grupos de electores interesados en ellos.

La inteligencia artificial dominará el análisis. La capacidad de la inteligencia artificial posibilitará la recolección y análisis de la información de millones de usuarios, a fin de traducir ésta en conocimiento de los perfiles de los votantes.

Será más fácil recaudar dinero para las campañas. Ello será posible gracias a los avances en las tecnologías actuales de pagos electrónicos. Será más sencillo y amigable donar a través de Internet. Además, estos sistemas permitirán una auditoría en tiempo real de la legalidad de las donaciones y la difusión en tiempo real de los estados de las recaudaciones.

La tecnología ya está dominando algunos aspectos de las campañas electorales. Se piensa que en la pasada elección en Estados Unidos, dos tercios de la población entre 18 y 29 años de edad dijo que fueron los medios sociales el canal para aprender cosas nuevas acerca de la política, según un estudio publicado el año pasado por el Centro de Investigación Pew. Por el contrario, sólo la mitad de la generación X y el 40 por ciento de los Baby Boomers estaban de acuerdo con esa afirmación.

Sin embargo, no todo es necesariamente como se predice. Se dice que Hillary Clinton apostó por una sofisticada campaña basada en tecnología, que impulsaba una maquinaria de convencimiento y movilización de votantes a partir de complejos modelos estadísticos que permiten identificar a ciudadanos indecisos. Tenían información de qué puertas tocar.

Por su parte, Donal Trump apostó por lo tradicional, convecido de que el big data se encuentra sobrevalorado. Organizó su campaña en torno a lo llamativo alrededor de su figura. Su estrategia fue ser permanentemente noticia, buena o mala, pero ser el centro de la información: pasar la mayor cantidad de tiempo posible expuesto ante la mayor audiencia posible.

El triunfo de Trump cuestiona el futuro tecnológico de la política y vuelve a dejar en claro que lo más importante es una buena y bien implementada estrategia. El debate está abierto.