2017: a renovar las esperanzas
¡Qué año tan complicado fue este 2016 que acabamos de dejar atrás!
En materia económica estuvo marcado por la persistente caída del peso ante el dólar y el anuncio de drásticos recortes al presupuesto gubernamental, lo cual ha generado zozobra social. Los mexicanos, de acuerdo con los distintos estudios de opinión, nos sentimos más inseguros hacia el futuro inmediato con respecto a nuestra situación económica personal y familiar.
Esta percepción se ha agudizado a partir del anuncio de la liberación del precio de las gasolinas lo cual, sin duda, golpeará sobre todo a las clases medias, pero también tendrá repercusiones en la inflación, es decir, en el costo de un sinnúmero de bienes y servicios. La vida será más cara para todos, tendremos que ser más austeros y administrar mejor nuestros recursos siempre escasos. El sobre endeudamiento obligará al gobierno a “apretarse el cinturón”. Habrá menos dinero para invertir en infraestructura, en servicios públicos, en seguridad, en combate a la pobreza, entre otros rubros.
El triunfo de Donald Trump genera malos augurios con respecto a temas que son muy sensibles para el bienestar de los mexicanos. El cierre de la llave de inversiones y generación de empleos de calidad que significa el Tratado de Libre Comercio, amenaza con cerrarse, lo que podría traducirse en una situación complicada, potencialmente “terrorífica”, ha dicho el todavía Gobernador del Banco de México, Agustín Carstens.
La posible deportación de paisanos que radican ilegalmente en Estados Unidos a que se ha comprometido el nuevo presidente, que entrará en funciones el próximo 20 de enero, rompería la línea de sustento de millones de familias por la vía del envío de remesas, dinero que asegura vivienda, alimentación y educación para muchísimos hogares que están de este lado de la frontera.
Por fin, el gobierno de Peña Nieto ha decidido tomar cartas en el asunto para ir construyendo posibles respuestas; se habla de programas emergentes de empleo, de garantizarle a los mexicanos que retornen y a sus familias acceso a servicios médicos. Los presupuestos disponibles para tender esta “red de protección social”, lo sabemos, son muy limitados; pero los mexicanos debemos mantenernos vigilantes para que el gobierno, efectivamente, realice sus mejores esfuerzos con objeto de que el eventual retorno masivo de migrantes no se traduzca en una crisis social y humana que provoque un disparo de los niveles de pobreza en el país.
Es la hora de que la gente importe más que la economía y los intereses de la “partidocracia”; es la hora de la eficacia gubernamental, es la hora de cuidar los recursos públicos volviendo carísimo, inaceptable, cualquier dispendio y cualquier acto de corrupción en medio de una posible emergencia nacional.
Es la hora, también, de que otros sectores, principalmente los empresarios que son el motor de prosperidad de este país, se solidaricen con los mexicanos y que entiendan, de una vez por todas, que no puede haber negocios rentables ni viables en una sociedad sumida en la desesperación. Menos del 1% de las casi cinco millones de empresas que existen en México opera bajo principios de responsabilidad social. Y una empresa que sólo piensa en sus utilidades, decía Henry Ford, es una pobre empresa.
Es la hora, también, de que revisemos a fondo las bases bajo las cuales los ciudadanos, sí, tú, yo, nosotros, nos relacionamos y establecemos lazos de ayuda y colaboración recíprocos, algo que los expertos llaman el “capital social”. 9 de cada 10 mexicanos no confía en el otro, y esto rompe toda posibilidad de acción colectiva. En México, con 120 millones de habitantes, tenemos sólo 40 mil organizaciones de la sociedad civil; Estados Unidos, con una población tres veces mayor (320 millones) tiene 2 millones.
Es la hora de romper con eso que nos separa, ponernos de acuerdo entre nosotros para trabajar por causas públicas importantes: el medio ambiente, los viejos, los niños en situación de calle, la gente desamparada, las mujeres víctimas de violencia, la recuperación de los espacios públicos, la transparencia de nuestros gobiernos, poner coto a la corrupción que nos ofende y empobrece material y moralmente.
Es la hora de sumarnos al voluntariado y donar tiempo, vida, talento, recursos, a construir una sociedad más cohesionada. A hacer de México un lugar donde valga la pena vivir, un país más habitable para mis hijos, los tuyos, para las futuras generaciones, querido lector. No dejemos que el mal humor social nos paralice.
Desoigamos las voces del desaliento y la derrota. Trabajemos para propiciar un cambio. Los ciudadanos somos la base de todo: del tejido social, de la gobernabilidad democrática, de la economía. Hagamos valer nuestro poder con la profunda convicción de que México y Sonora pueden ser mejores. Fuerza y ánimo para este 2017, es mi deseo, querido lector. Un abrazo cordial.