En un mundo en constante movimiento y cada vez más digital, no es extraño que todos sus componentes cambien para volverse virtuales. Es el caso del dinero, que es un medio que utilizamos regularmente como forma de pago para comprar y vender bienes y servicios.
Hoy en día existen al menos tres categorías de dinero: el físico (monedas y billetes), el digital y el criptográfico (criptomonedas).
El dinero físico es el que tiene forma de monedas y billetes que también se conoce como efectivo. “Es emitido y respaldado por los bancos centrales de los países y es de curso legal en las economías que lo utilizan. Ejemplos de esta moneda incluyen al dólar estadounidense, el euro, el yen japonés, la libra esterlina, entre otros (chat.openai.com)”.
Por dinero digital o electrónico se entiende por el que se encuentra en formato digital y se utiliza para realizar transacciones electrónicas. “Se almacena en cuentas bancarias, tarjetas de crédito y débito, aplicaciones de pago móvil, entre otros. Ejemplos: PayPal, Venmo, Zelle, Apple Pay, entre otros”.
El dinero criptográfico es aquel “que utiliza tecnología de criptografía para asegurar y verificar transacciones y controlar la creación de nuevas unidades de moneda. Esta denominación se almacena en carteras digitales y se utiliza para realizar transacciones en línea de forma segura y anónima. Ejemplos: bitcoin, ethereum, litecoin, entre otros”.
Las categorías de dinero digital y criptográfico son las más dinámicas, mientras que el efectivo tiende a limitarse o desaparecer por su difícil control desde fiscal y legal.
Los cambios apuntan a que el futuro es el dinero digital. Las ventajas de este formato son innegables: “posibilidad de pago a nivel mundial, con menores comisiones, rápidas y fiables sin la necesidad de intervención de un tercero (el banco). Su intangibilidad también es útil en cuanto al peso, no hay que transportarlo de un lugar a otro y no se echa a perder si se moja o se quema el papel que lo representa” (bit.ly/4203YMj).
Hay que mencionar que si bien las criptomonedas son las monedas digitales de mayor crecimiento hoy en día, también son las más inestables. “Este nuevo dinero es etéreo, intocable, virtual. Un apunte de bits en algún lugar de la nube. Y ello provoca no pocos problemas a los mortales para imaginar cómo funciona algo distribuido (sin supeditación a un poder central) bajo la consabida cadena de bloques.
“Por eso el Banco Central Europeo, la Reserva Federal norteamericana y sus equivalentes bancos centrales en China y Japón, por citar los más relevantes, se están lanzando con premura a poner en marcha programas piloto de lo que será su equivalente en moneda digital. A todo este circulante digital emitido por sus respectivos bancos centrales se le denomina de modo genérico Monedas Digitales de Bancos Centrales (CBDC), por sus siglas en inglés)”.
Uno de los propósitos de este nuevo tipo de moneda es eliminar el dinero en efectivo.
Las CBDC “permitirán a los usuarios finales tener su cuenta bancaria directamente en el banco central, sin la necesidad de acudir a una entidad bancaria comercial. En realidad, más que saltar a los bancos lo que hace es abrirles el juego a otros participantes que podrán guardar dinero de sus depositantes con respaldo directo de la autoridad monetaria”.
Hay quienes critican este nuevo tipo de dinero digital porque su valor queda en manos y a la conveniencia de los bancos centrales, pone en riesgo el derecho a la privacidad y el anonimato, y puede ser un instrumento “para incentivar políticas económicas directamente desde los bancos centrales” como mecanismos de control. Algunos hablan incluso hasta de un nuevo tipo de dinero: el dinero programable, donde se establece en qué, quién, cuándo y dónde hacerlo efectivo.
Bienvenidos a nuevos cambios y a un intenso debate sobre las ventajas y desventajas del nuevo dinero digital. A informarse y prepararse.