Algunos especialistas consideran que estamos en una transición, donde termina una era de continuidad y prosperidad y pasamos a una de depresión y desorden.

Esto lo habían advertido los analistas del Deutsche Bank en 2020 (https://theconversation.com/bienvenidos-a-la-era-del-desorden-146454), quienes anticipaban “un periodo económico caracterizado por el caos y el desgaste de la intensa globalización que hemos venido experimentando en las últimas décadas”.

Identificaban cinco grandes ciclos de la economía moderna: primera era de la globalización (1860-1914), I y II Guerra Mundial y Gran Depresión (1914-1945), Acuerdos de Bretton Woods (1945-1971), periodo de alta inflación (1970-1980), y segunda era de la globalización (1980-2020).

Como causas de esta nueva era de desorden, planteaban los siguientes temas clave:

  • Las tensiones comerciales entre EE.UU. y China
  • ¿Consolidación o deterioro de la Unión Europea?
  • Incremento de la deuda mundial
  • ¿Inflación o deflación?
  • Incremento de la desigualdad
  • Conflicto intergeneracional
  • Debate sobre el cambio climático
  • Impacto de la tecnología

El tiempo le ha concedido la razón al informe del Deutsche Bank e incluso se han agregado nuevos elementos que profundizan las preocupaciones por el futuro del mundo (https://theconversation.com/apuntes-sobre-la-era-del-desorden-193343):

  • La incertidumbre geopolítica. “Nadie pensaba que el mundo podía volver a experimentar la amenaza de la aniquilación nuclear. La caída de misiles en territorio polaco, en el marco de la guerra entre Rusia y Ucrania, ha puesto de manifiesto la fragilidad y peligrosidad de la situación actual. Volvemos a la confrontación de bloques políticos y económicos que parecía haber quedado atrás con la caída del muro de Berlín”.
  • Inflación y estancamiento. “En el ámbito económico, la principal amenaza para la economía mundial es que se entre en un periodo de estanflación, en el que suben los precios a la vez que se estanca el crecimiento económico”.
  • Deuda pública y tipos de interés. “En 2022, la persistencia de la inflación ha dado lugar a subidas de interés por parte de la mayoría de los bancos centrales para intentar contenerla. El problema está ahora en el efecto que pueda tener esa política monetaria sobre el crecimiento económico.
  • Caos en la transición energética. El fracaso de la Cumbre Climática de Egipto deja en claro las dificultades de una transición del consumo de combustibles fósiles hacia las energías limpias.
  • Trabas en la globalización. La reactivación económica después del covid-19 ha dejado ver las debilidades de las cadenas mundiales de suministro. “Muchas compañías han experimentado interrupciones en sus cadenas de suministros que han generado numerosos problemas de difícil solución. Esto hace prever cadenas de suministros más cortas y locales, lo que puede significar un retroceso en la fuerte globalización que hemos experimentado en las últimas décadas”.
  • Disrupciones tecnológicas. Hay dudas de los impactos futuros de la aceleración tecnológica. “Habrá que ver cómo evoluciona el metaverso en el que los usuarios podrán acceder a un mundo virtual a través de un avatar o gemelo virtual y se podrán realizar diversas actividades e interacciones con otros usuarios. También hay que estar atentos al desarrollo de la inteligencia artificial y la computación cuántica teniendo en cuenta su impacto económico y social, y al desarrollo del aprendizaje automático de las máquinas”.

A todo lo anterior, hay que agregar la concurrencia de “fenómenos que representan una combinación explosiva: guerras regionales permanentes, pobreza e inflación en aumento, rápido avance del desempleo y la precariedad, creciente injusticia social y aumento de la brecha económica entre generaciones, retrocesos en los derechos ciudadanos, así como el surgimiento de regímenes populistas que atacan a la democracia y desarrollan tentaciones autoritarias” (https://www.cronica.com.mx/opinion/desorden.html).

Vivimos momentos complejos, caracterizados por la inestabilidad y el conflicto. Estamos en una transición hacia una nueva era que esperamos que no sea la del desorden, como algunos especialistas concluyen. En los próximos años de decidirá el futuro de las siguientes décadas.