La pandemia provocada por la covid-19 todavía no se ha determinado a cabalidad. Ha sido tan profundo, horizontal y multiplicador el efecto negativo del virus que seguimos contabilizando los daños. Lo que sí es cierto es que su impacto ha sido desigual: afecta a quienes menos desarrollo tienen y a quienes más dependen de la movilidad y la presencia.
La recuperación, por lo mismo, también será desigual. Hay quienes hablan de que en términos económicos podemos tardar hasta una década en recuperar lo perdido.
Hay sectores evidentemente muy afectados, como es el caso del turismo. Pero también empieza a notarse el inmenso daño a la educación, más en el caso de los países latinoamericanos. Hay un interesante artículo en la BBC que habla de los efectos negativos de la pandemia en la educación en este hemisferio. Nada halagüeño, por cierto.
Cecilia Barría describe cómo impactará el futuro de la educación de niños y jóvenes en nuestros países. Destaca seis efectos negativos:
- La interrupción del aprendizaje. El daño es evidente, pero es mayor en los más pequeños y en los que están por egresar. Pueden darse déficits difíciles de superar en las destrezas básicas como leer o sumar y restar.
- Problemas en la alimentación. En varios de nuestros países, los más pequeños reciben servicios de desayunos o comidas gratuitas para evitar su desnutrición temprana.
- Familias sin la preparación para enseñar. Aunque reciban los niños educación por la red, por radio o por televisión, necesitan el apoyo y acompañamiento de mentores preparados y está claro que los padres de familia no estaban preparados. Lejos de eso, los niños enfrentan serios problemas en su nuevo ambiente educativo.
- Desigualdad en el acceso a las clases digitales. Latinoamérica tiene limitaciones muy serias en conectividad y acceso a las computadoras. Además, internet es caro y deficiente, y nulo en las zonas remotas, que son las más marginadas. “20% de la población latinoamericana no tiene acceso adecuado a internet móvil”, dice Barría.
- Incremento en el abandono escolar. Por diversas razones, tanto en la educación pública como en la privada, hay una importante caída en la inscripción. No hay cifras oficiales disponibles. Y el problema mayor es que algunos alumnos ya no regresarán a la escuela después de la pandemia.
- Violencia doméstica y embarazos prematuros. La violencia familiar se ha incrementado ante el confinamiento. Las cifras oficiales así lo registran. Las niñas son las más afectadas y expuestas a abusos o relegadas a labores del hogar en detrimento de su tiempo para la escuela, su esparcimiento y descanso.
Frente a esta terrible realidad no deseada de la pandemia del coronavirus se han tenido que implementar modelos alternos para enfrentar el formidable reto de la educación en confinamiento. Destacan tres modelos:
- El modelo híbrido. Ante la imposibilidad de que la vía digital o que la radio o la televisión cumplan con todos los elementos básicos de la educación, en países como Brasil y México se han implementado modelos híbridos que combina su uso con la asistencia en línea, tutorías por teléfono o chats por celulares y uso de materiales impresos.
- Alianzas públicas-privadas. En algunos países han surgido iniciativas donde se suman voluntades de gobiernos, empresas y organismos internacionales. En Perú, donde Telefónica se sumó a Facebook, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), se creó el proyecto “Internet para Todos” para dar acceso a internet móvil en zonas remotas.
- Héroes anónimos. Se trata de esfuerzos de personas sensibles que buscan ayudar con lo que tienen, como el caso de la dueña de una tortillería que comparte su internet a los niños del barrio.
Sigue el recuento de los daños de la pandemia. Los niños y los jóvenes sufrirán las consecuencias en diferente medida. Es urgente que en nuestro país se instale un consejo de expertos que recabe información de los impactos y empiece a proponer medidas para mitigar los daños y estrategias para recuperar lo perdido.