El mundo se encuentra en un punto crítico en cuanto a paz y estabilidad. Según el último Índice de Paz Global, elaborado anualmente por el Institute for Economics and Peace (IEP) (bit.ly/4euAaP6), estamos presenciando la cifra más alta de conflictos simultáneos desde la Segunda Guerra Mundial. Este índice, que analiza factores como la inversión militar, el costo de la violencia, las leyes castrenses y las bajas en combate en 163 estados y territorios, revela un panorama preocupante.
Actualmente, hay 56 conflictos activos en el mundo, una cifra alarmante que supera cualquier registro reciente. Estos conflictos no solo son numerosos, sino que también se han vuelto más internacionales. Un total de 92 países están involucrados en enfrentamientos fuera de sus fronteras, lo que aumenta la complejidad y el riesgo de escalada de las hostilidades.
“El aumento en el número de conflictos menores incrementa la probabilidad de que surjan conflictos mayores en el futuro”, destaca el informe. Países como Etiopía, Ucrania y Gaza, inicialmente identificados como focos de conflictos menores, han visto cómo la violencia y la inestabilidad se intensifican con el tiempo.
El impacto económico de la violencia es descomunal. En 2023, se estimó en 19.1 billones de dólares, lo que equivale a unos 2,380 dólares por persona y representa el 13.5% del PIB mundial. Este aumento, impulsado en gran medida por las pérdidas del PIB debido a los conflictos, refleja un incremento de 158 mil millones de dólares en comparación con años anteriores.
Las consecuencias humanas son igualmente devastadoras. Las muertes en combate alcanzaron las 162,000 en 2023, la segunda cifra más alta de los últimos 30 años. Además, 110 millones de personas se encuentran desplazadas internas o como refugiadas debido a la violencia, lo que supone un desafío humanitario de enorme magnitud.
El incremento de los conflictos en el mundo puede impactar a nuestro país de diversas maneras, entre ellas el desplazamiento forzado de poblaciones en conflicto y el encarecimiento de materias primas y costos de insumos como el petróleo.
Por su parte, América del Norte ha experimentado el mayor deterioro regional en términos de paz, impulsado por el aumento del crimen violento y el temor a la violencia. Este deterioro refleja una tendencia global hacia una mayor militarización, con 108 países volviéndose más militarizados. Israel, por ejemplo, ha caído 11 lugares en el ranking del Índice de Paz Global, registrando su posición más baja debido a conflictos internos y externos.
A pesar del sombrío panorama, hay casos con otros resultados. El Salvador, a pesar de tener la tasa de encarcelamiento más alta del mundo y las denuncias de violaciones de derechos humanos, ha mejorado significativamente en términos de paz al reducir la tasa de homicidios. Este progreso contrasta con la inseguridad persistente en otros lugares como Haití, mostrando que las políticas y las acciones gubernamentales pueden marcar la diferencia.
El último Índice de Paz Global nos presenta un mundo en creciente conflicto y militarización, con graves consecuencias económicas y humanitarias. Para los profesionistas y ciudadanos informados, es crucial entender estos fenómenos y su impacto tanto a nivel global como local. Solo así podremos incidir en soluciones efectivas y trabajar hacia un futuro más pacífico y seguro.