Hoy en día los jóvenes se quejan de los problemas que tenemos en materia de bienestar y acceso a satisfactores. Tienen razón en pensar que los beneficios del crecimiento y del desarrollo no han llegado a todos. Pero ese es otro debate.
Lo que sí es cierto es que en las últimas décadas hemos experimentado una bonanza en la creación de bienes, productos y satisfactores, que han generado una de las épocas de mayor prosperidad en la historia.
La evidencia apunta a que en los tiempos modernos, en promedio, todos los habitantes de la urbe se han beneficiado y han mejorado su posición. Está claro que en “nuestros días modernos, vivimos más tiempo y somos más prósperos que nunca, tanto en países de altos ingresos como de bajos ingresos” (https://bit.ly/3WnTSTx).
¿Y cuál es la evidencia de esta mejora? Entre los principales aspectos, se encuentran:
- Esperanza de vida. Hay un gran salto en la vida promedio esperada en nuestros días: en Estados Unidos, la esperanza de vida al nacer es de 79 años, en el Reino Unido, de 81 años; Egipto, 72 años o Bangladesh, 73 años. En “1822, las personas que te rodean tendrían una esperanza de vida al nacer de no más de 40 años en Reino Unido, mientras que la India y Bangladesh podrían esperar una vida media de solo 25 años”. Mucho de ello se debe a los avances de la ciencia, la salud, la educación y los servicios públicos como el agua potable o el drenaje.
- Pobreza extrema. Considerando el umbral en la medición internacional de la pobreza extrema por ingreso de menos de $1.90 dólares por día, hemos mejorado. Johan Norberg, historiador y filósofo sueco, apunta que se nos ha olvidado el terrible pasado en materia de pobreza que azotaba a la población hace un par de siglos. Afirma, “es fácil olvidar las terribles circunstancias de la vida de nuestros antepasados, incluso en los países más ricos. La definición aceptada de pobreza en un país como Francia era muy simple: si podías comprarte pan para sobrevivir otro día, no eras pobre”. La mayor reducción de la pobreza extrema comenzó en 1990, con una precipitada disminución de 15 años que vio a aproximadamente 1,100 millones de personas salir de la pobreza extrema. En las siete décadas desde 1950, la pobreza extrema mundial ha disminuido de 63% a aproximadamente 9.5% en 2015.
- Crecimiento económico. “Entre los años 1820 y 2018, el PIB per cápita global ajustado a la inflación creció a un ritmo sin precedentes, de 1,102 dólares a más de 15,000 dólares. Ese increíble aumento de la productividad y la prosperidad globales cambió fundamentalmente nuestro planeta. El crecimiento económico es el motor del progreso y el principal impulsor de la innovación, que mejora los niveles de vida e impulsa el florecimiento humano en general”.
- Globalización. A finales del siglo XX, se inició una profunda transformación mundial a través de la apertura sin precedentes de las fronteras entre los países y el impulso al libre comercio. Este fenómeno, conocido como la globalización, trajo consigo evidentes beneficios como mejores condiciones de vida a la población, impulso a la creatividad y la innovación, acceso a más bienes y servicios y más baratos, y a la cultura.
- Tal vez el mayor fenómeno de la humanidad, creada a finales de los años 90, hoy conecta a 63% del total de la población mundial. Internet representa el acceso a la información y al conocimiento mundial. Es la mayor biblioteca de la historia del hombre. Facilita la comunicación, el comercio, el trabajo, la educación, la innovación, la ciencia y la tecnología. Hoy, abre posibilidades infinitas para el desarrollo de las personas, las empresas y las organizaciones, los gobiernos y las comunidades.
No cabe duda de que hay mucho por hacer. Ahora los retos son sostener este crecimiento para que se convierta en desarrollo y prosperidad, con mejores niveles de inclusión y menores niveles de desigualdad. Hoy, las nuevas generaciones tienen, pese a todos los problemas y críticas válidas, un mejor mundo. Ahora les toca perfeccionarlo.