Todo apunta a que la presencia y consecuencias del coronavirus llegaron para quedarse, al menos por un buen tiempo. La evidencia apunta a que el elevado grado de contagio, la nula creación por ahora de inmunidad entre los contagiados o por efecto grupal (rebaño), la gran probabilidad de mutación de este agente biológico y su efecto en el tiempo para crear una vacuna efectiva, nos invita a pensar en una estrategia de convivencia prolongada con la enfermedad.
De ahí que los gobiernos estén pensando en sistemas de administración de la movilidad de las personas basadas en la tecnología, como es el caso del gobierno chino, que desde mediados de la pandemia de Wuhan ha implementado un sistema basado en monitoreo vía los teléfonos celulares inteligentes. Todo parece que este será un futuro previsible para reabrir la vida comunitaria.
El sistema implementado, también llamado “código de salud”, rastrea la movilidad de los ciudadanos por medio de códigos QR y asigna tres niveles:
- Código Verde: La persona está libre de contagio y puede transitar libremente por la ciudad.
- Código Amarillo: La persona estuvo en una zona activa de contagio (aviones, trenes o autobuses, oficinas con infectados) y requiere ser aislado y su estado de salud monitoreado por siete días porque puede estar infectado.
- Código Rojo: La persona tuvo contacto con otra persona contagiada y tiene que aislarse totalmente bajo un protocolo de cuarentena por 14 días. Se le da seguimiento puntual a su evolución por considerarse portador del virus.
Lo interesante de este sistema es que está basado en inteligencia artificial, la cual administra de manera automática el código del ciudadano. Esto es, si se registra un brote de contagios en una zona de la ciudad o una empresa u oficina, y se declara activa en materia de contagio, de forma automática la aplicación identifica quiénes estuvieron en dicho lugar y genera el código correspondiente de color amarillo y le da seguimiento a través del sistema estatal de salud.
De igual forma sucede cuando se confirma un contagio, el monitoreo de los contactos previos crea códigos rojos para aislar y solicitar cuarentena de forma inmediata a potenciales contagiados.
El sistema utiliza algoritmos de aprendizaje automático, que calculan las probabilidades de contagio y los interpreta. Luego asigna códigos a las personas que intervinieron en las zonas y sus niveles de vulnerabilidad, a partir de su perfil de edad y médico, mismo que obtiene al dar de alta la aplicación donde el usuario da su información personal, número de identidad nacional o de pasaporte, celular, informe de su historial de viaje y de contactos con personas contagiadas o con probabilidad de contagio, además de contestar si ha tenido algún síntoma de fiebre, fatiga, tos seca, congestión nasal, dolor de garganta o diarrea. Una vez revisada la información cargada, la aplicación le asignará su código de salud.
Para que el sistema de control digital de movilidad funcione, además del seguimiento georreferenciado de los ciudadanos, se implementan filtros de movilidad en diferentes puntos de la ciudad que solicitan el código de salud en QR para verificar si el ciudadano está autorizado a transitar sin restricciones fuera de su hogar.
Este sistema se está aplicando ya en cerca de 300 ciudades de China y se está convirtiendo en un pasaporte de movilidad y de entrada a restaurantes, cines, tiendas, centros comerciales y demás. No solo China está adoptando este sistema, hay varios países que van en la misma dirección, como son los casos de Singapur, Japón y Rusia.
Si bien es evidente la efectividad de este sistema tecnológico de rastreo de la movilidad, no deja se suscitar dudas su uso para el control como un sistema de vigilancia política de parte del gobierno chino y el Partido Comunista contra sus opositores. La otra gran crítica al sistema es la fiabilidad del algoritmo inteligente que puede cambiar el código de un día a otro, sin considerar diversos elementos de contexto.
Por lo visto, para entrar a la “nueva normalidad” todos vamos a tener que ceder una parte de nuestra privacidad.
En México, todas las proporciones guardadas, el gobierno, a través de su mayoría legislativa, tiene paralizado al Congreso que debería estar vigilando lo que hacen las autoridades y generando propuestas de política pública para enfrentar la crisis sanitaria. Además, está cerrado al diálogo con los gobernadores, importantes protagonistas locales en el combate a la pandemia.