La gravedad de la pandemia del coronavirus ha obligado a actuar a los diferentes gobiernos del mundo. La forma de hacerlo ha variado, desde quienes han optado por medidas muy estrictas hasta quienes se han relajado ante este fenómeno. Algunos han tenido que corregir su estrategia original, como el caso del Reino Unido, cuyo Primer Ministro, Boris Johnson, hoy está contagiado por el virus y en cuidados intensivos, luchando por su vida en un hospital de Londres.
¿Qué hizo cambiar la estrategia original del Reino Unido de contagio controlado, basada en la mitigación, para crear inmunidad comunitaria (inmunización de rebaño) a una de “supresión de las actividades no esenciales” muchos más agresiva? Fue la ciencia.
Todo cambio a partir del informe presentado por el Colegio Imperial de Londres, que advertía que de continuar las medidas relajadas planteadas inicialmente provocaría al menos 500,000 muertes y el colapso de los servicios de cuidados intensivos, que podrían ser sobrepasados en su capacidad al menos en ocho veces.
El Colegio Imperial de Londres, de acuerdo con Wikipedia, es una universidad británica de gran prestigio fundada en 1907 “especializada en ciencia, ingeniería, medicina y ciencias empresariales. Cuenta con 15 premios Nobel, tres medallas Fields y más de 70 Fellows of the Royal Society. Las contribuciones de la universidad a la sociedad incluyen el descubrimiento de la penicilina, los desarrollos de la holografía y de la fibra óptica. El Colegio está constantemente entre las 10 universidades más prestigiosas del mundo en las clasificaciones internacionales”.
El Colegio presentó un modelo matemático para sustentar sus conclusiones y propusó cambiar de estrategia para evitar la muerte de 250,000 personas. La estrategia del gobierno británico cambió radicalmente y retomó las enseñanzas del caso chino: pasar a la supresión de las actividades no esenciales para romper la cadena de contagio por medio del distanciamiento social de la población.
El modelo creado por el Colegio Imperial se basó en distintas variables: “Los días de incubación del virus (5.1 días), el promedio de personas que se contagiaron por día, las circunstancias de control que existían cuando se contagiaron y las tasas de mortalidad y recuperación”.
Además, consideraron “a las personas que se les puso en cuarentena ya fuera por mostrar síntomas o porque tuvieron contacto con otra persona infectada, también se consideró la distancia social de las personas mayores de 70 años y la distancia social de toda la población, así como el cierre de colegios y universidades”.
El análisis consideró tres estrategias de atención a la pandemia: 1) “Supresión: romper las cadenas de transmisión; 2) Mitigación: aceptar que no se puede detener esta cepa de coronavirus, por lo tanto, disminuir su propagación y tratar de evitar el punto máximo en casos de contagio que harían colapsar al sistema público de salud; y 3) No hacer nada y que el coronavirus ataque a toda la población¨.
Con la nueva estrategia de supresión de las actividades no esenciales, se espera reducir la demanda de atención de cuidados intensivos en dos terceras partes en el pico de la crisis sanitaria.
La pandemia del Covid-19 reta a la ciencia y a la medicina. Aún con sus insuficiencias ante fenómenos no predecibles del todo, siguen siendo la mejor guía en momentos complejos y desconcertantes. México debe de aprender de lo experimentado por otros países. Es urgente darle una oportunidad a la ciencia. Y la UNAM ya alzó la mano.