Nadie puede negar que las mujeres enfrentan una serie de desigualdades y diversos tipos de violencia. Es algo inaceptable en pleno siglo XXI. También es cierto que hemos avanzado en los últimos años de manera importante en su corrección, pero aún queda mucho por hacer.
Una de las mayores desigualdades entre géneros es lo laboral. Las mujeres aportan dos tercios del total del trabajo en el mundo, pero solo reciben 10% de los beneficios. Dos de cada tres mujeres dejan la escuela o no pueden asistir a las mismas, lo que provoca que 75% de la población analfabeta en el mundo sean féminas. Todavía es peor en materia de representación política: las mujeres ocupan 20% de los espacios en los parlamentos de todo el mundo, y solo 8% de las primeras responsabilidades en los gobiernos nacionales, llámese primer ministro o presidente.
En México, 40% de la población económicamente activa son mujeres, pero reciben en promedio 15% menos retribución por su trabajo en comparación con los hombres, además de escasas oportunidades en los puestos de dirección.
Frente a esta situación, en 1999 nació en Japón la propuesta denominada Womenomics, que buscaba resolver un problema en ese país, pero que se ha convertido en una fórmula muy atractiva para generar crecimiento y desarrollo a partir de la incorporación de la mujer en el trabajo de manera creciente y con condiciones más justas.
Womenomics es una idea visionaria de la experta en inversiones japonesa Kathy Matsui, que buscó responder al desafío demográfico que presentaba el país oriental ante el decrecimiento y envejecimiento de su población, a través de aprovechar el talento y la capacidad de la mitad de la población: las mujeres.
Esta propuesta fue retomada por el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y en 2012 en el Foro Económico Mundial anunció que retomaría la idea de Womenomics en los planes gubernamentales. El primer ministro declaró: “La fuerza laboral femenina en Japón es el recurso menos utilizado; Japón debe convertirse en un lugar donde las mujeres brillen…”.
Así, la participación laboral de las mujeres ha crecido de manera dramática, al pasar de ser 56% en 1999 a 71% en 2019, superando con ello a Estados Unidos (66%), y a la Unión Europea (63%). Para lograrlo, Japón puso en marcha varios incentivos, como una mejoría notable en los beneficios de licencia parental (un año de permisos para los padres), un amplio sistema de guarderías y ordenó a las empresas e instituciones públicas, con más de 300 empleados, a dar a conocer el porcentaje de empleadas y empleados y sus objetivos para mejorar la equidad en el trabajo.
Otras de las políticas públicas que puso en marcha el primer ministro Shinzo Abe, fueron aumentar la tasa de participación laboral femenina entre las edades de 25-44 años, subir el porcentaje de mujeres que regresan al trabajo después de su primer hijo, incrementar la representación femenina en posiciones de liderazgo en la sociedad japonesa y mejorar la transparencia de la diversidad de género y las reformas de estilo de trabajo.
El caso de Womenomics japonés se ha expandido al mundo entero y promete darle un nuevo respiro de justicia e igualdad a las mujeres en el mundo, y a la vez impulsar el crecimiento y desarrollo económico, social y político de muchos países. Ojalá fuera el caso de nuestro país, donde es urgente corregir desigualdades e injusticias, pero empoderando y aprovechando a las mujeres que tienen el talento y la capacidad para ayudarnos a construir un mundo más justo y equitativo, con mayor sensibilidad e igualdad.