Dicen los expertos que el bono político (el consenso que le otorgan los ciudadanos a un representante popular electo al arranque de su administración) es para gastárselo gobernando.190_INFOGRAFIA_PRESIDENCIAL BAJA

El Presidente López Obrador, sin duda, arrancó con un importante bono político: 53% del voto, 30 millones de sufragios.

No obstante, parece ya un acuerdo general entre aquellos que nos dedicamos al análisis de la realidad nacional, que el Presidente no ha invertido ese bono en acciones que le redunden mayor capital político, que hagan sostenibles los niveles de aprobación alcanzados al arranque de 2019.

La publicación casi simultánea de varias encuestas, nos permite aproximarnos a la percepción de qué es lo que piensan los ciudadanos acerca de su gestión. Y el panorama no parece alentador.

Casa encuestadora Aprobación (febrero 2020) Pico más alto de aprobación
Buendía & Laredo 62% 85% febrero 2019
El Financiero 63% 83% febrero 2019
Reforma 59% 78% marzo 2019
Gabinete de Comunicación Estratégica 50% 86% enero 2019

 

Muchos insisten en comparar el alto nivel de aprobación que tiene el Presidente en lo personal (cercano al 70%), contra la percepción del nivel de eficacia de su gobierno en el abordaje de los temas que más preocupan a la ciudadanía.

Tomemos una sola encuesta, la de El Financiero: 70% de la población considera que la seguridad pública va mal; 61% califica negativamente los esfuerzos para combatir la corrupción; 53% desaprueba las acciones en materia de salud.

Y, lo que parece un hecho paradójico por la importancia que este gobierno le asigna a sus programas sociales en los que invierte más de 400 mil millones de pesos anuales, 57% de los encuestados califica mal los esfuerzos para abatir la pobreza.

El estudio de Buendía & Laredo nos permite identificar otros aspectos interesantes: la aprobación a AMLO es mayor entre la población de 46 años o más (67%) que entre los jóvenes (61%) a pesar de que estos últimos son el objetivo de un ambicioso programa de becas.

Llama la atención, al considerar el nivel de estudios de los entrevistados, la marcada diferencia que existe en la aprobación entre aquellos que tienen primaria (69%) contra los que tienen estudios superiores (43%), y esto lo señalo porque en las elecciones de julio de 2018, los jóvenes universitarios fueron artífices de la victoria de López Obrador.

Otro dato interesante, es el nivel de aprobación a AMLO entre usuarios intensivos de redes sociales, el cual pasó de 86% en febrero de 2019 a 60% en febrero de este año. ¿Está perdiendo el Presidente la batalla en el espacio digital?

También se observa ya impaciencia en algunos sectores de la población. En la encuesta de Buendía & Laredo, 37% de los entrevistados le da hasta 2022 para que muestre resultados efectivos en materia de combate a la inseguridad, 32% considera que ni siquiera podrá lograrlo.

Se observa más premura en lo económico: 45% le da hasta 2022 para que cumpla, 24% opina que su promesa de hacer crecer al país se quedará en el aire.

Se empieza a abrir una brecha entre un discurso presidencial basado en la idea de una gran transformación, y los hechos, la terca realidad.

El Presidente es un político con gran experiencia y olfato que crea realidad, que crea percepciones con su discurso. Como lo hemos dicho anteriormente, es un extraordinario comunicador. Sin embargo, la retórica ha empezado a perder su capacidad en la generación de expectativas positivas a nivel ciudadano.

La promesa de cambio de la 4T es un concepto que está perdiendo fuerza, porque no lo han podido llenar con evidencia. No basta con tener otros datos, se requiere dar resultados que la gente pueda palpar en su vida cotidiana. Ojalá el Presidente reaccione rápido. Hay tiempo suficiente.