Vivimos momentos de gran intensidad, donde las noticias se expanden en cantidad y velocidad, y los medios tradicionales y digitales buscan desesperadamente su lugar. Vivimos la sensación de que la historia se aceleró y que nuestra vida se volvió “líquida” con marcos de referencia relativos que cambian en tiempo real.
Hay sensaciones contradictorias: mientras más nos informamos, más parece que estamos confundidos. Al exceso y la velocidad de las noticias, y a la multiplicación de la fuentes formales e informales, se ha sumado en los últimos años las estrategias de manipulación y engaño de grupos especializados que aprovechan nuestras vulnerabilidades para hackearnos constantemente y diseminar mentiras o verdades a medias.
Todos estos elementos han creado una sensación de incredulidad y de desconfianza extendida. Es muy difícil creer en alguien o en algo de manera continua. Terminamos dudando de todo y “sin saber a quién irle”.
La pregunta es: ¿qué nos trajo a esta esta situación? Hay muchas respuestas, pero una que me llama la atención afirma que fue culpa de la tecnología: el uso extendido de Internet y las plataformas sociales. Esta afirmación es una de las conclusiones de un estudio reciente publicado por el Pew Research Center y el Centro Imagining the Internet de la Universidad de Elon.
El estudio, basado en encuestas y entrevistas a expertos en tecnología de diferentes partes del mundo, va mas allá y predice, según la mitad de los consultados (49%), que el uso de la tecnología debilitará a las democracias de aquí a la siguiente década. Preocupante, ¿no lo creen?
Las principales razones que argumentan los expertos en tecnología es que el daño se dará debido a la (1) velocidad y el alcance de lo que se comparte, pues provoca que se distorsione la realidad, al (2) declive del periodismo y al (3) impacto del negocio de la vigilancia en las plataformas digitales.
Un tercio de los expertos (33%) es optimista y cree que la tecnología fortalecerá a las democracias una vez que se encuentren las formas de vencer la información distorsionada y el caos que se ocasiona, al igual que ha sucedido con este tipo de cambios disruptivos en el pasado Y sólo 18% dice que no habrá impacto de la tecnología en la salud y calidad de nuestras democracias.
El optimismo de los años 90 y 2000 sobre el efecto positivo de la tecnología se ha diluido para convertirse en un creciente pesimismo ante los cambios políticos en el mundo, donde opciones polarizantes y populistas han empezado a ser elegidas en países donde se suponían había suficiente educación y criterio para diferenciar lo que les conviene.
Todo ello nos lleva a una creciente preocupación por identificar y señalar a los actores que explotan “la velocidad, el avance y la complejidad de Internet con fines perjudiciales”.
La mayoría de los participantes en el estudio manifestaron que sus principales preocupaciones se centran en “la interacción de la confianza, la verdad y la democracia”. Y la lógica que está detrás de estas preocupaciones es alucinante: “el uso indebido de la tecnología digital para manipular y utilizar los hechos afecta la confianza de las personas en las instituciones y entre sí. Esa disminución de la confianza afecta las opiniones de las personas sobre si los procesos democráticos y las instituciones diseñadas para empoderar a los ciudadanos”.
Y para terminar, el documento dice que la desinformación y la desconfianza crecerán en detrimento de la democracia ante el aumento de las falsificaciones de todo tipo, ya sean las profundas basadas en inteligencia artificial y las simples que salen de mentes retorcidas.
¿Y quiénes son los villanos de esta historia de terror? Las grandes empresas de tecnología que explotan nuestra información, los grupos de poder y los gobiernos sin escrúpulos. ¿Cómo ven con lo que no espera?