Junto a la explosión tecnológica de las últimas tres décadas, se han venido dando nuevos paradigmas en todos los ámbitos del quehacer humano. Hay cambios sustanciales en la comunicación, en los trabajos, en los negocios y en la sociedad. El impacto digital ha creado un nuevo orden que provoca transformaciones profundas y una nueva generación de fenómenos económicos, políticos y sociales. Es el caso de las compañías nativas globales, que ya son parte de la nueva realidad en el mundo y en Latinoamérica.
El modelo de crecimiento tradicional de las empresas del siglo XX se ha agotado frente a un mundo globalizado, digital e hiperconectado. El esquema de las empresas tradicionales, que nacían en los países y al crecer se internacionalizaban, convirtiéndose en transnacionales, pero conservaban su anclaje en el lugar donde nacieron, ha quedado obsoleto. El rol tradicional requiere demasiado tiempo, y ese es un factor crítico que puede marcar la diferencia hoy y en el futuro.
Ahora, las empresas se saltan las etapas tradicionales y, desde su concepción, nacen con un sentido y enfoque global, y están orientadas en aprovechar las oportunidades que ofrece el mercado global, potenciando su operación y crecimiento con el uso intensivo de la tecnología.
Mucho tiene que ver el hecho de que si bien las pequeñas y medianas empresas (PYMEs) de la región de América Latina y el Caribe son 95% del total de las empresas y emplean a 67% de los trabajadores, sólo representan la tercera parte del PIB de la región y menos de 15% de ellas exporta. Al contrastar estas cifras con el caso de las PYMEs europeas hay diferencias abismales: representan 60% de la producción total de la región y 40% son exportadoras.
Esta realidad motiva a que más PYMEs latinoamericanas se atrevan a idear desde su nacimiento ser empresas nativas globales e integrarse al nuevo tipo de compañías que empiezan a ser relevantes en la economía global.
Las organizaciones nativas globales se caracterizan por contar con tres elementos:
- Capital humano de elevada capacidad técnica y estratégica. Este es el factor crítico del nuevo modelo de empresas. Las capacidades técnicas sobresalientes, el entendimiento de la nueva economía global, basada en el conocimiento y en red, son fundamentales para nacer y sobrevivir en un mercado abierto de oportunidades, pero también de grandes y poderosos competidores. El dominio técnico es determinante.
- Tecnología intensiva y de frontera. Estar a la vanguardia tecnológica en los procesos operativos y de relación con sus aliados y clientes les permite a este tipo de empresas lograr niveles de eficiencia competitivos similares a los de sus pares globales.
- Redes globales. Para mantener y elevar sus niveles competitivos, este tipo de compañías forman parte de ecosistemas con centros de investigaciones y universidades, redes de experto, organizaciones aliadas y emprendedores que les permiten impulsar un perfil innovador, ágil y flexible.
Hay datos que respaldan el cambio radical de las PYMEs latinoamericanas para convertirse en jugadoras nativas globales: para 2022 se digitalizará más de 50% del PIB de América Latina; y entre 2019 y 2022, habrá $380,000 millones de dólares en TIC.
Para apoyar esta transformación de las empresas de la región, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha lanzado una plataforma social denominada ConnectAmericas, que ofrece acceso a comunidades de clientes, proveedores e inversionistas de la región y el mundo, segmentados por industria.
Asimismo, ofrece información sobre los procedimientos y regulaciones del comercio internacional, y sobre las oportunidades de financiamiento disponibles en los países de la región.
Los cambios tecnológicos poco a poco impulsan el rediseño de los modelos tradicionales, como es el caso del que existía en las empresas en el siglo pasado. Los tiempos se aceleraron y las PYMEs tienen que entenderlo para sobrevivir y competir en un mundo abierto, conectado y altamente peleado.