En un marco donde los contrapesos al Poder Ejecutivo se han visto muy mermados, el Congreso y sus dos cámaras se han constituido en la arena de batalla de la oposición contra la concentración del poder.
Diputados y senadores pertenecientes al PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano, han encontrado una caja de resonancia en las tribunas del parlamento mexicano para cuestionar decisiones de poder o reformas a la legislación que pueden significar un retroceso.
Es en este contexto que el control de las cámaras se ha convertido en un asunto de importancia estratégica para la competencia política y la generación de equilibrios que eviten la construcción de un nuevo sistema hegemónico que se logró desmantelar después de una larga lucha de las fuerzas democráticas.
Recientemente fuimos testigos del conflicto suscitado por la intención de Morena de mantener el control de la Presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados más allá de lo establecido en la ley.
Un gesto de congruencia del diputado Porfirio Muñoz Ledo, que renunció a presidir dicha instancia por seis meses más, y la instrucción del presidente López Obrador a sus diputados de respetar los acuerdos, echó para atrás la intención de los “duros” de Morena de mantener el control de la Mesa Directiva y evitó una crisis que hubiera puesto en riesgo la gobernabilidad de la cámara baja.
Estas tensiones nos permiten prever que uno de los objetivos más importante en 2021, tanto como las trece gubernaturas que estarán en juego, será para las distintas fuerzas políticas el control de la Cámara de Diputados.
Lo que suceda con este cuerpo legislativo definirá el futuro del proyecto de gobierno de López Obrador. Si el partido del presidente pierde la mayoría absoluta en los comicios intermedios de 2021, nada garantiza que las reformas jurídicas que exige la Cuarta Transformación puedan ser viables.
¿Cómo está la actual correlación de fuerzas en la Cámara de Diputados?
Hoy Morena y sus aliados (PT, PVEM, PES) suman 327 votos. Tienen garantizados, de sobra, los 251 votos que exige una reforma legal y, cuando hay que hacer alguna modificación a la Constitución, lo cual demanda un mínimo de 334 votos, consiguen los siete que les faltan “convenciendo” a legisladores de otros partidos por distintas vías.
El partido del gobierno y sus aliados han conformado una auténtica “aplanadora” legislativa en la cámara baja que aplasta las iniciativas y las voces de los otros partidos, excluyendo en ocasiones el debate plural y la construcción de consensos que son la base de la política democrática.
Esto no ocurre en el Senado de la República, donde hay mayores equilibrios y la diversidad obliga a privilegiar la discusión y a forjar acuerdos.
Los partidos de oposición tienen muy clara la necesidad de ir juntos al 2021, para lo cual ya están en pláticas para conformar una gran alianza electoral que postule candidaturas fuertes. PAN y Movimiento Ciudadano serían el eje principal de esta coalición a las que buscarían acercar al PRI y al PRD así como a diversos liderazgos locales.
¿Es posible derrotar a Morena? Es pronto para saberlo, aunque algunas encuestas hablan, por lo pronto de un incipiente desgaste de dicho partido.
La más reciente, de Buendía y Laredo (agosto 2019), muestra una caída en la simpatía de los ciudadanos hacia Morena. Mientras en mayo de este año, 36% de los mexicanos se identificaba con este partido, hoy esa cifra es de 24%. La opinión positiva sobre este partido también ha disminuido, al pasar de un pico de 74% en febrero a 63% en agosto, que sigue siendo muy elevada, más si los comparamos con el resto de los partidos políticos.
Uno de los reactivos del citado estudio busca sondear cómo votarían los ciudadanos de ocurrir hoy las elecciones para renovar la Cámara de Diputados. Morena, de una intención de voto de 52% en febrero, cae al 38% en agosto, mientras que las preferencias electorales por el PRI y el PAN se mantienen bajas y estables, pero crece el sector de los que no responden, de 13 a 25% en el mismo lapso.
La mitad de los que dicen no simpatizar con alguna fuerza política aumenta y hoy alcanza a la mitad de los potenciales electores. Estamos retornando a un escenario de enorme volatilidad en el voto. No obstante, la altísima popularidad de AMLO (70%), puede ser el gran catalizador del voto a favor de Morena.
Vienen, sin duda, tiempos muy interesantes para la competencia política y, con ello, para el rumbo que seguirá nuestro país.