Pronto se cumplirán los primeros 100 días de la actual Administración del Presidente López Obrador. Ha sido un periodo vertiginoso. Por un lado hay signos de cambio profundo; por el otro, inconsistencias y señales de endurecimiento y polarización.
Llegados a este punto, estoy de acuerdo con aquellas voces que llaman a la mesura, a dejar atrás la confrontación para aproximarnos a un balance objetivo de lo que ha realizado el actual gobierno.
La temperatura prevaleciente en las redes sociales, evidentemente, no ayuda a este propósito: persiste el linchamiento de quien opina distinto.
Las redes sociales, que fungieron en su momento como el instrumento privilegiado de la nueva comunicación ciudadana, se han pervertido y se han transformado en un terreno peligroso, en la antítesis del diálogo democrático.
Es necesario recuperar la cordura, abrirle paso a la discusión respetuoso y abierta para que fluya de nueva cuenta, con absoluta libertad, el análisis objetivo que contribuye a diagnosticar la realidad y a proponer soluciones a lo público. Y en esta tarea, todos tenemos una responsabilidad.
Dicho esto, enlisto lo más destacable de estos primeros 100 días.
- Lo bueno: el énfasis en la denuncia de la corrupción. Sin duda, una explicación central de nuestra crónica falta de modernidad, se explica por el persistente saqueo de los recursos públicos. La corrupción mina el crecimiento económico, deteriora la confianza en las instituciones, genera pobreza, injusticia y desigualdad. Ponerla al centro de la narrativa gubernamental puede tener un poderoso efecto pedagógico sobre la sociedad toda.
Lo pendiente: no basta con el simbolismo del ejemplo presidencial, se requiere contar, a su vez, con instrumentos legales e institucionales suficientemente fuertes y efectivos para desalentar y castigar la corrupción.
- Lo bueno: la prioridad en el presupuesto a los sectores más vulnerables. La democracia liberal amplió y fortaleció los derechos ciudadanos, pero el énfasis en el mercado generó profundos desequilibrios, acentúo la exclusión de amplios sectores de la población. Se generaron enormes cuotas de riqueza producto de la globalización y el uso de las nuevas tecnologías, pero éstas se concentraron en unas cuantas manos. Este gobierno, ha decidido poner al centro de la agenda a jóvenes, adultos mayores, personas con discapacidad, población rural, los cuales contarán con un presupuesto de 150 mil millones de pesos.
La duda: la independencia del ejército de personas autorizadas para incorporar a los pobres a los padrones, lo que genera una amplia zona de oportunidad para la discrecionalidad y clientelismo.
- Lo malo: la cancelación del proyecto de nuevo aeropuerto y su costo para los mexicanos no sólo en dinero, sino las consecuencias en la imagen del país como destino de inversiones.
Lo bueno: los recientes discursos del Presidente López Obrador en los cambios de dirigentes del Consejo Mexicano de Negocios y del Consejo Coordinador Empresarial, donde invita a los empresarios a sumarse para lograr el crecimiento que el país necesita.
- Lo malo: el intento del gobierno por crear una Guardia Nacional y militarizar la seguridad pública. Lo esperanzador: las modificaciones hechas al proyecto del Ejecutivo en el Senado con el consenso de todas las fuerzas políticas, para dotar a este cuerpo de un mando civil y establecer un plazo límite de cinco años para que el ejército se mantenga en las calles mientras se conforma una nueva fuerza intermedia de seguridad.
Lo muy bueno: haber roto con la dinámica de la aplanadora legislativa a través de la cual Morena imponía todas sus iniciativas de ley, y haber demostrado que el Congreso puede ser un espacio para la construcción de acuerdos en la pluralidad que actúe con autonomía del Ejecutivo. ¿Estaremos viendo las señales de una nueva voluntad política del nuevo gobierno?
- Lo pésimo: el discurso oficial contra la sociedad civil que tanto ha aportado al diseño de nuevas agendas ciudadanas. Lo esperanzador: la decisión del gobierno federal de echar atrás la decisión de retirar los apoyos a los refugios para mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, operados por organizaciones sociales.
- Lo muy muy bueno: hay liderazgos al interior de Morena que, lejos del autoritarismo y de la cerrazón, se muestran cada vez más dispuestos a la autocrítica y que entienden que, para gobernar con legitimidad, se requiere incorporar todas las voces al diseño de las políticas públicas.
Lo excepcional: que la sociedad civil no baje los brazos y que haya lanzado la iniciativa “Yo si quiero contrapesos” para defender la división de poderes, el federalismo y la plena autonomía de los órganos constitucionales. Como siempre, los ciudadanos al frente, y ahí reside nuestra mayor esperanza.