Como ya es costumbre desde 1991, jefes de Estado y de gobierno, organizaciones de la sociedad civil, organismos internacionales y líderes de los ámbitos empresarial, académico, del arte y la cultura, se dieron cita en Davos-Klosters, Suiza, en el marco del Foro Económico Mundial para analizar los problemas más apremiantes que afronta el mundo.
Ahí se presentó un Informe Global de Riesgos que identifica como los más críticos, entre otros, el calentamiento global y los desastres naturales asociados a él; la vulnerabilidad de la economía internacional y el escaso arsenal de políticas disponibles para contener una nueva crisis global como la de 2008-2009; el incremento del proteccionismo y el aislacionismo con un telón de fondo de políticas nacionalistas y populistas como las que estamos viendo en Estados Unidos bajo la administración Trump; las tensiones geopolíticas entre Rusia y Estados Unidos y esta nación y China, y la amenaza de un conflicto nuclear con Corea de Norte que tendría consecuencias devastadoras para todos los seres humanos, además del colapso del mutilateralismo que ha creado un vacío institucional para regular las relaciones entre las distintas naciones.
Lugar especial ocupa el análisis del impacto profundamente transformador de las llamadas “tecnologías emergentes de la Cuarta Revolución Industrial”, la creciente vulnerabilidad de empresas y gobiernos a los ciberataques y el uso perverso de las redes sociales, lo mismo para construir liderazgos artificiales que atacar y denigrar, lo que destruye su valor como espacio representativo del diálogo plural y la deliberación democrática.
Los temores son fundados. El año pasado el malware WannaCry afectó a 300 mil computadoras en 150 países, encriptando (literalmente secuestrando) información y exigiendo rescate a cambio de quitar las restricciones. Otro riesgo sensible consiste en la posibilidad de ciberataques a infraestructura esencial (agua potable, energía, hospitales, plantas nucleares, navegación aérea), servicios financieros, sectores industriales estratégicos y gobiernos, lo cual podría provocar el colapso de sistemas que mantienen a sociedades enteras en funcionamiento. Recientemente el Ministro de Defensa británico, Gavin Williamson, ha alertado que Rusia tratará de dañar a Reino Unido atacando su infraestructura energética, lo que podría causar “miles de muertes”.
Rusia se ha convertido en un peligro para las democracias occidentales, como se demostró con la injerencia que tuvo en la elección presidencial norteamericana favoreciendo el triunfo de Donald Trump. Rusia intervino en la consulta sobre el Brexit en Gran Bretaña, utilizando fábricas de trolls para difundir comentarios negativos contra la Unión Europea.
Rusia, gobernada por un autócrata como Vladimir Putin, está ansiosa de revancha por el bloqueo económico que le aplica Occidente. Su propósito, al invadir de basura las redes sociales, es romper la confianza de los ciudadanos en sus gobiernos, favorecer el empoderamiento de personajes que resultan convenientes a sus intereses geopolíticos, causar caos, desestabilizar. Y para ello, utiliza intensivamente Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat, YouTube.
Las redes sociales se han convertido, también, en el canal de coordinación más usual de grupos extremistas, lo que ha conducido a un debate sobre cuán libres de fiscalización deben ser estos espacios. Mark Zuckerberg, Director Ejecutivo de Facebook, ha tomado la iniciativa al anunciar nuevas normas para regular la difusión de noticias falsas y ha colocado tres mil empleados a reforzar la red social para bloquear contenidos con mensajes de odio.
Otras áreas que preocupan en el Informe de Riesgos son la inteligencia artificial y la robótica. Su impacto será fascinante, ya que si bien permitirá que máquinas sustituyan al hombre en trabajos peligrosos para la salud, provocará también la pérdida de entre cinco y siete millones de empleos al 2023. Los fabricantes de automóviles deben prepararse para un futuro de automóviles automáticos, y las compañías de seguros para la caída en picada de la demanda por seguros de automóviles debido a la reducción de los accidentes.
En el Foro de Davos se reconoció que es imposible parar la avalancha de cambios tecnológicos que nos aguarda hacia los próximos años. Pero también se reconoció la necesidad impostergable de mitigar los riesgos a través de una gobernanza más efectiva de las tecnologías para que éstas sirvan efectivamente al bienestar humano, la convivencia social y el fortalecimiento de la democracia.
No hacerlo nos llevará a un futuro de pesadilla donde la tecnología se convierte en enemigo del hombre, como sucede en la serie “Black Mirror” de Netflix. Véanla, vale la pena.