El Institute for Economics and Peace (IEP) es un think tank independiente, apartidista y sin fines de lucro dedicado a cambiar el enfoque mundial acerca de la paz para hacer de ella una herramienta positiva, factible y tangible del bienestar y el progreso humanos.

El IEP ha creado el concepto de “Paz Positiva” que se define como el conjunto de actitudes, instituciones y estructuras que crean y sostienen a las sociedades pacíficas, y que toma en cuenta el buen funcionamiento del gobierno, las buenas relaciones entre vecinos (capital social), un entorno empresarial sólido, el respeto a los derechos humanos, alto nivel de capital social, la capacidad de la sociedad para cubrir las necesidades de sus integrantes (ejercicio de derechos sociales), distribución equitativa de la riqueza, bajos niveles de corrupción y libre acceso a la información.

Se trata de una idea-fuerza que considera la paz más que un estado de cosas donde no hay conflicto. La Paz Positiva va más allá, y busca construir sociedades prósperas, con altos niveles de bienestar, participativas, seguras, afianzadas en el respeto y la civilidad entre sus integrantes.

El IEP acaba de publicar su Índice de Paz México 2017, el cual revela tendencias preocupantes. La paz en México se deterioró 4.3% en 2016. El año pasado se cumplieron diez años de la guerra contra las drogas, así como el primer deterioro en los niveles de paz desde que el país comenzó a recuperarse en 2012. El año menos pacífico fue 2011, cuando la tasa de homicidios se duplicó con respecto a la de 2006.

Para 2012, el país empezó a mostrar mejoría, cuya tendencia se mantuvo durante los siguientes cuatro años. Sin embargo, en 2016, la tasa de homicidio aumentó 18% y se incrementó el uso y la disponibilidad de armas de fuego, lo cual redujo los niveles de paz.

El estado más pacífico en 2016 fue Yucatán, seguido por Nayarit, Tlaxcala, Hidalgo y Coahuila; mientras que, el estado menos pacífico fue Guerrero, seguido de Colima y Sinaloa, estos tres últimos agobiados por la presencia de los cárteles del narcotráfico enfrascados en una guerra sin cuartel.

Sonora ocupa el lugar número 20 del Índice de Paz, por debajo de estados que están enfrentando una situación de emergencia en materia de inseguridad como Veracruz, Tamaulipas y el Estado de México, y de nuestros estados vecinos, Baja California, Sinaloa y Chihuahua, donde compartimos los mismos riesgos.

Estas estadísticas deben preocuparnos a los sonorenses pero también ocuparnos, como ya lo está haciendo la gobernadora Claudia Pavlovich. Recientemente negoció con el Secretario de la Defensa Nacional el envío de mil elementos de la Policía Militar para vigilar territorio sonorense, aunque tiene claro que no podemos depender de lo que se haga desde el centro, y por eso trabaja en tareas prioritarias como la coordinación interinstitucional y entre órdenes de gobierno, vinculación con la sociedad civil, la construcción del C5i, mejor equipamiento de las fuerzas del orden, mejores sueldos a policías, prevención y capacitación.

Sonora tiene importantes ventajas comparativas para convertirse en uno de los estados líderes a nivel nacional en atracción de inversión: vecindad con Estados Unidos, infraestructura, mano de obra, un robusto sistema educativo, conectividad, gobernabilidad, etc. Pero no sea que terminemos perdiendo la batalla de la competitividad en el campo de la seguridad pública y la fortaleza de las instituciones de justicia, que son ya factores de decisión para la localización de capitales.

Es cierto que falta muchísimo por recorrer para contar en el país con policías estatales y municipales bien preparadas y confiables, que le permitan al Ejército retirarse a sus cuarteles y dejar de estar sujeto a un serio desgaste en sus niveles de legitimidad por casos de violación a los derechos humanos, porque necesitamos que los mexicanos vuelvan a creer en sus fuerzas armadas.

Pero pienso también que no estamos incidiendo en otras variables que nos pueden llevar a la Paz Positiva, como la construcción de una comunidad humana más armónica. 2 de cada 3 mujeres han experimentado violencia intrafamiliar (los niños de hogares con presencia crónica de maltrato, pueden ser a su vez padres golpeadores); los conflictos entre ciudadanos se siguen dirimiendo a través de la violencia ante la falta de instituciones que promuevan la justicia cotidiana; prácticamente 8 de cada 10 mexicanos desconfía de los demás, lo que debilita el capital social; los niños y los jóvenes siguen expuestos a entornos que enaltecen la violencia a través de los videojuegos, la TV, el bullying escolar. Es urgente mejorar la calidad del tejido social y refundar las relaciones sociales sobre la base del respeto mutuo y la solidaridad.

De acuerdo al Índice de Paz Global 2016, elaborado también por el IEP, México ocupa el lugar 140 entre 163 países. Nuestros dirigentes políticos tienen que entender que sin paz no hay desarrollo, prosperidad ni democracia plena.

Pero no toda la tarea es de ellos, a nosotros los ciudadanos nos corresponde poner también manos a la obra. Llego el momento de la corresponsabilidad. Empecemos, ya.