CONTEXTO
- Los vertiginosos avances tecnológicos que estamos viviendo y su aceleración en los años por venir, provocarán un cambio estructural en los empleos tal como los conocemos en la actualidad. Así, el Boston Consulting Group predice que en menos de diez años, uno de cada cuatro empleos serán desarrollados por robots o programas inteligentes.
- Además, los empleos serán muy diferentes a los que conocemos hoy en día. Según el Departamento de Trabajo del gobierno de los Estados Unidos, 65% de los trabajos del futuro todavía no se han inventado.
- Todo ello significará un cambio profundo en el trabajo y en la educación. Estos cambios provocarán transformación importantes en los modelos y en las instituciones de educación, con sus correspondientes consecuencias en la estructura productiva y social.
- Las preguntas son muchas: ¿qué pasará con las personas que serán desplazadas por los robots y programas inteligentes?, ¿crecerá el desempleo?, ¿cuál será el impacto en la economía?, ¿se reducirán las horas de trabajo y se incrementarán los sueldos y prestaciones de las personas? Y las respuestas todavía están en discusión e investigación.
CAMBIO EN LOS EMPLEOS
Algunos de los expertos sobre el futuro del empleo tienen ideas concretas acerca de lo que sucederá, como el caso del futurista Jacob Morgan, quien dice que las empresas deberán abocarse en el futuro a atraer al nuevo talento, fomentar el liderazgo y crear organizaciones más competitivas y flexibles. ¿Sencillo, no?
Morgan hace tres recomendaciones básicas:
- Asumir la ola del cambio. Para este futurista, hay grandes tendencias que están marcando el mercado laboral y que van a definir cómo van a ser los trabajos en el futuro: por un lado están los cambios demográficos y la aparición de la generación de los millennials, y por el otro la influencia de la tecnología, que impulsa la globalización y la movilidad. Todo ello está provocando notorias transformaciones en las personas, la sociedad, la economía, la política, las organizaciones en general, y principalmente las empresas. Todo se halla en transición, la manera en que nos relacionamos, nuestros comportamientos y la forma en que trabajamos. Las organizaciones viven un intenso proceso de cambio desde dentro de ellas mismas. Los referentes se reinventan cada día. Todo esto lo tenemos que asumir.
- Aprender a aprender. Los modelos tradicionales y formales de aprender con base en materias establecidas en planes de estudio, profesiones y títulos, están quedando atrás. En un mundo en constante cambio, la única posibilidad de sobrevivir que tenemos consiste en ser capaces de adaptarnos a las transformaciones. Se dice fácil, pero implica una auténtica modificación de paradigmas: aprender nuevos contextos, desaprender viejos esquemas, ser más abiertos, orientarnos a los resultados y ser flexibles en materia de medios. Ahora somos nosotros los que debemos tener el control de nuestra constante formación. Ya no se puede esperar a que las universidades y las organizaciones nos ayuden en la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades. Nosotros tenemos que aprender a aprender.
- Aprender a enseñar. Hay quienes pronostican la desaparición de las escuelas y las universidades. Es muy difícil que ello suceda; sin embargo, lo que sí creo que sucederá es que serán nuevos modelos, más abiertos y flexibles, los que provocarán su reinvención. Morgan lo expresa con claridad: no sólo las personas y las organizaciones tienen que cambiar: lo tendrán que hacer más rápidamente para sobrevivir las universidades y centros de formación para el trabajo. Tienen una agenda muy retadora que enfrentar si desean conservar su posición: identificar los nuevos conocimientos y habilidades que se necesitarán en el futuro, las nuevas profesiones que se tendrán que crear y las mayores oportunidades en el mercado laboral de los próximos años. El autor ha acuñado una frase fulminante: tendrán que enseñar cómo aprender a aprender.
CONCLUSIONES
El futuro ya nos alcanzo en el empleo. Hay grandes amenazas y oportunidades en el futuro del mercado laboral. Muchas de las profesiones y relaciones de modelos educativos e instituciones de educación dejarán se ser vigentes.
Ahora serán las personas, en lo individual, las que tendrán que hacerse cargo de un proceso continuo de aprendizaje y desarrollo de nuevas habilidades. Así que debemos despertar del letargo, y empezar a construir las capacidades institucionales y personales que requiere el futuro. De otra manera, el pasado nos atrapará para sumirnos en la obsolescencia y el desempleo.