Aproveché estos días de asueto para escuchar música y ver televisión vía streaming (consumo mientras se descarga el producto), es decir, a través de Internet, utilizando para ello dos de las plataformas más importantes que existen a nivel global: Spotify y Netflix, respectivamente.
Dice Daniel Ek, cofundador de Spotify, un empresario sueco de 30 años, que creó su primera compañía a los 14: “La gente tiene pasión por la música y la clave está en facilitar su acceso al usuario y la manera de descubrirla”. Spotify tiene aproximadamente 4,500 millones de horas de reproducción de música vía streaming.
La clave del servicio es, como señala Daniel Ek, “la persona”. Estamos en un mundo donde el individuo, sus gustos y patrones de consumo son los que determinan el perfil del producto y no como sucedía en el pasado, donde las grandes industrias imponían las cosas. El individuo es el “centro”.
Spotify cuenta con cerca de 30 millones de usuarios a nivel mundial, la quinta parte de ellos paga una suscripción mensual que no llega a 10 dólares, lo que les da derecho a escuchar música de manera ilimitada y, lo insólito, a “bajar” las canciones y escucharlas en modo “fuera de línea”, es decir, sin estar conectados a Internet, en un formato que no se puede compartir ni copiar, con lo que se garantiza protección total contra cualquier intento de piratería.
La revolución, en la que junto a Spotify participan otros servicios como Pandora, que tiene 72 millones de usuarios activos tan sólo en Estados Unidos a través de radio por Internet, está trastocando la industria, al grado de que las ventas de música vía dispositivos físicos (discos compactos) se estancaron el año pasado, y las ventas de música digital, un nicho liderado por iTunes, perteneciente al gigante Apple, que ofrece cerca de 30 millones de canciones para su compra en línea, cayeron en 6%. Mientras esto sucedía, los servicios de música streaming crecieron 24% en tan sólo unos meses.
El valor de Spotify se calcula actualmente en unos 4,000 millones de dólares y va hacia arriba.
Otro líder del entretenimiento vía streaming es sin duda Netflix, que está cambiando la manera de ver televisión. Con 40 millones de suscriptores a nivel mundial, Netflix es el líder indiscutible en este segmento.
México, de acuerdo con el CEO de Netflix, Reed Hastings, se ha colocado como el país con el mayor consumo de Netflix a nivel global, por encima de Estados Unidos, Canadá, Brasil y otros países de América Latina. Este crecimiento ha ido aparejado del crecimiento de las denominadas “televisiones inteligentes” que incluyen ya conexión al Internet y, con ello, a servicios de televisión por streaming.
Netflix cuenta con un excelente catálogo de películas y series, entre otras hay algunas que han marcado un hito en la historia de la televisión como es el caso de Breaking bad; por otra parte, ha decidido producir sus propios contenidos, House of cards, la historia de un congresista norteamericano ambicioso y corrupto que no duda en eliminar a sus enemigos políticos e incluso recurrir al crimen para conseguir sus objetivos (cualquier semejanza con la política mexicana es mera coincidencia).
Estos son los servicios de música y TV por streaming que están revolucionando al mercado. Como siempre, su extensión en México dependerá de factores como la velocidad de banda ancha, donde de acuerdo con Netflix, México tiene una de las conexiones más lentas de Internet en América Latina.
Tengo la certeza, a partir de mi propia experiencia, que el acceso digital debe estar al alcance de todos, debe formar parte de los derechos de tercera generación de los consumidores mexicanos y es obligación del Estado garantizarlos, aunque para ello haya que afectar el poder de los grandes monopolios.
Pronto daremos a conocer una iniciativa en este sentido, bajo la convicción de que los medios juegan un papel estratégico en el desarrollo ciudadano y que Internet está provocando cambios estructurales en la manera en que la gente se informa y divierte.