La prospectiva nos permite identificar las tendencias actuales que pueden crear la realidad futura. Son un ejercicio indispensable de la planeación, y vital para la lucha política. Aunque parezca muy temprano para ir pensando en posibles escenarios hacia 2015, lo cierto es que los distintos actores ya han empezado a mover sus piezas. Por ello, haremos un primer y apretado ejercicio al respecto.

La necia realidad se impone. Después de un gran ejercicio de liderazgo y talento político alrededor de las reformas incluidas en el Pacto por México, el bono asociado para el presidente Peña Nieto y al PRI parace que llego a su final. La luna de miel se termino. Así lo reportan diferentes ejercicios que mideción de la opinión pública.

El PRI y su gobierno apuestan por un impacto significativo de las reformas estructurales en el crecimiento económico y la generación de empleos hacia la segunda mitad de este año, esperando cosechar resultados en las urnas para mantener la mayoría en la Cámara de Diputados.

Además estamos ante un Peña Nieto hiperactivo que lo mismo inaugura obras públicas por todo el país, que visita estados estratégicamente críticos por contingencias naturales, inseguridad o pobreza, como Guerrero, Michoacán y Oaxaca, y que sostiene una intensa agenda de giras a nivel internacional. El PRI quiere llegar al 2015 con el presidente de la República como un activo político.

Sin embargo, el panorama para este partido esta complicado. La aprobación hacia Peña Nieto ha caído en los últimos meses y caminamos hacia un empantanamiento de las leyes secundarias en telecomunicaciones, y a un previsible choque político con la oposición en la discusión y aprobación de las relacionadas con el sector energético, junto a pronósticos económicos por debajo de las expectativas gubernamentales.

El PAN, por su lado, vive una crisis política estructural. Ha perdido a la mayor parte de su militancia después de la dolorosa derrota en la elección federal de 2012. Sigue sin iniciar su proceso de reforma y no genera entusiasmo cívico. Está sumido en una cruenta guerra por la dirigencia nacional, una disputa carente de propuestas donde esta ausente el mensaje a los mexicanos que añoran su capacidad de representarlos.

El reto es mucho mayor que recuperar sus raíces. No basta con invocar a Manuel Gómez Morín para ganar comicios. Los mexicanos exigen un lenguaje partidista fresco, liderazgos congruentes con un mínimo de moralidad pública, políticos eficaces e innovadores. Ninguno de estos atributos están visibles en el PAN, al menos no hasta ahora. Urge una profunda renovación para recuperar la posición competitiva ante un electorado sofisticado y volátil. Aquí se abren las posibilidades para nuevos liderazgos como el de Guillermo Padrés Elías.

El PRD, por su lado, emerge desgastado del Pacto por México; su perfil de fuerza opositora al gobierno quedó deslavado después de su acercamiento a Peña Nieto, de ahí el retorno a sus posiciones populistas y nacionalistas más radicales a través de un abierto rechazo a una reforma energética a fondo, no por razones de soberanía nacional, sino por un simple cálculo electoral hacia 2015.

El PRD está inmerso en un proceso de renovación de su dirigencia nacional. Todo indica que “Los Chuchos” volverán a quedarse con el control del aparato en la figura de Carlos Navarrete. Pero sufrirá un éxodo importante de militantes hacia el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido personal de López Obrador, que con su registro en mano participará como un serio contendiente en el proceso electoral del próximo año.

De los 15.8 millones de votos que consiguió López Obrador en los comicios presidenciales de 2012, se estima que entre 10 o 12 millones fueron para el caudillo no para el PRD, es su “voto duro”. En un escenario posible, marcado por la falta de resultados del actual gobierno y el descrédito político del PAN y del PRD, Morena que hoy se presenta como “la verdadera oposición”, podría convertirse en la segunda fuerza en la Cámara de Diputados, generando con ello un enorme desafío a la gobernabilidad para la segunda mitad del sexenio.

Viendo hacia el 2018, si esta administración llega con saldos negativos en las áreas de política económica y de seguridad, mermaría notablemente las posibilidades de Luis Videgaray y Miguel Ángel Osorio Chong, cabezas visibles de estas zonas de la política pública, y obligaría al presidente Peña Nieto a abrir el abanico de la sucesión a otros prospectos entre los que habría que considerar a Manlio Fabio Beltrones quien puede crecer dentro del PRI ante la ausencia de otros liderazgos visibles a nivel nacional.

Son ejercicios de prospectiva hechos por mi tentación y formación como politólogo, son visiones de futuro, que pueden servirnos como referente para prefigurar qué sigue y qué tenemos que hacer los ciudadanos que anhelamos una mejor y más efectiva democracia.