El hambre es un fenómeno que desafía la estabilidad social y a las instituciones, la paz social y que vulnera los derechos más elementales de los seres humanos. Es una derrota de la humanidad.

Gran parte de este problema obedece al desperdicio masivo. Por ejemplo, según la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos (AMBA), en México se tiran cada día un promedio de 30 mil toneladas, casi 11 mil millones al año. Lo dramático de esta cifra es que con dos terceras parte de este desperdicio acabaríamos con el hambre en el país.Estamos ante un asunto no de déficit de producción, sino básicamente ante un tema de desigualdad en el acceso a estos bienes.

Es aquí donde destaca el papel de la AMBA que, a través de acuerdos con empresas y centros de abasto, acopia enormes cantidades de insumos para distribuirlos entre los sectores más vulnerables de la población, beneficiando con ello a 3.7 millones de familias mexicanas.

En Sonora, donde 230 mil personas sufren pobreza alimentaria, la Sedesol ha establecido una alianza con la AMBA para apoyar sus iniciativas de creación de infraestructura y del Fondo Social de Rescate de Alimentos (Fosora).

Fruto de ello es la reciente apertura del Banco de Alimentos de Hermosillo (BAH), cuya construcción y equipamiento tuvo un costo de 15 millones de pesos. La Sedesol aportó dos terceras partes, 9.4 millones, y el resto lo pusieron el Gobierno del Estado, el Gobierno Municipal y los clubes de migrantes asociados a esta iniciativa.

El impacto social de este proyecto es enorme, ya que beneficiará con el resguardo, selección y entrega de alimentos a casi 80 mil sonorenses de escasos recursos.

Todos nos estamos sumando a la campaña “Por un Hermosillo sin hambre”, que se pondrá en marcha próximamente, cuyo objetivo es convertirnos en el primer municipio sin pobreza alimentaria del país.

El mandatario estatal, Guillermo Padrés, en congruencia con la visión humanista que ha caracterizado a su administración, se sumó muy entusiasta a este proyecto, con la primera donación. Una iniciativa que, esperamos, sea replicada por otros gobiernos locales y respaldada por todos los ciudadanos.

Ante la dimensión del reto de la pobreza alimentaria, no basta con el solo esfuerzo de las instituciones y programas gubernamentales; se requiere de la suma de esfuerzos, recursos y proyectos de la sociedad civil, productores agrícolas, empresas del sector agroalimentario, comercializadoras, centrales de abasto.

No se trata de decidir entre el gobierno o la sociedad. La solución de fondo y de fuerza es la del gobierno y la sociedad. La sociedad civil ha sido pionera en muchos temas de la agenda social: los derechos de los niños, la atención a las personas con discapacidad, la equidad de género, la reconstrucción del tejido comunitario, la defensa de los derechos humanos.

Estamos convencidos que un peso en manos de la sociedad civil genera, en muchas ocasiones, sin desdeñar por supuesto lo que hacen las instituciones públicas, más impacto transformador y bienes sociales, que un peso manejado por la burocracia.

En democracia, la política social se tiene que construir así, escuchando las voces y apoyando las iniciativas de los ciudadanos organizados, porque ahí hay una gran fuente de eficacia y transparencia.

Sonora, como lo ha hecho con el Modelo Integral de Superación de la Pobreza en el poblado Miguel Alemán, sigue a la vanguardia en materia de innovación en programas sociales.

Porque nuestro objetivo, finalmente, es hacer de Sonora un estado más justo y más habitable para nuestra gente.

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