Se publicó recientemente el “Informe País sobre la calidad de la ciudadanía en México”, un esfuerzo conjunto entre el INE y El Colegio de México.
El documento señala que México ha logrado en los últimos años importantes avances en leyes y procedimientos para fortalecer los derechos civiles y políticos de sus ciudadanos. Pero aún prevalecen serios obstáculos para el ejercicio de la ciudadanía integral, atribuible a factores como la pobreza, la desigualdad, la persistencia de prácticas autoritarias y clientelares, así como la inseguridad.
El tema de la ciudadanía va mucho más allá de un asunto meramente cívico o de ejercicio del voto. La ciudadanía se expresa de muchas maneras y, finalmente, su calidad y su densidad en una sociedad impacta los niveles de prosperidad económica, la solidez de sus instituciones políticas y gubernativas y el grado de civilidad que existe entre los miembros de la comunidad.
Los países más desarrollados tienen por lo general niveles elevados de ciudadanía que se manifiestan de forma positiva: la gente paga sus impuestos, hay un marcado interés por lo que hace el gobierno sobre el que se ejerce una intensa fiscalización desde la sociedad civil, las personas se preocupan por los grupos más vulnerables y hacen una contribución activa al cuidado del entorno natural y de los espacios públicos, las leyes se obedecen.
En México, en cambio, se enaltece la informalidad, existe un marcado distanciamiento de la población hacia los asuntos públicos lo que aprovechan el gobierno, los partidos políticos y las empresas para abusar del poder, incurrir en corrupción, ineficacia e irresponsabilidad; por otra parte, estamos pagando muy caro el haber desmantelado la educación cívica en las escuelas que deberían estar entre las principales formadoras de valores ciudadanos. A ello se suma el deterioro del papel de la familia en la pedagogía de una cultura ciudadana y democrática, a lo que contribuye sin duda la presión que la situación económica ejerce sobre el tejido familiar y una alta incidencia de la violencia al interior de los hogares mexicanos.
Entrando en la materia del Informe País, cito y comento algunos datos:
- 72% de los mexicanos opina que no se puede confiar en la mayoría de las personas, y la confianza interpersonal es la base del capital social, de la asociatividad, de la posibilidad de unirse a los otros para una causa común: vigilar los presupuestos, mejorar la seguridad en el barrio, establecer lazos de cooperación ante emergencias. 45% nunca han ayudado a un desconocido, y 60% nunca ha dado donaciones a víctimas de desastres.
- 66% considera que la ley se respeta poco o nada. Esta certeza de que “las leyes se hacen para violarlas” genera incentivos a actuar al margen de las normas jurídicas y permisividad hacia la corrupción.
- El Ejército (62%), los maestros (56%) y las iglesias (55%) gozan de los mayores niveles de confianza social. 36% confía en el gobierno federal y los partidos y diputados con sólo 20% y los jueces con 24% son los menos confiables. Sólo 34% tiene confianza en las autoridades electorales.
Estamos, sin duda, ante un preocupante déficit de ciudadanía, alimentado por instituciones que no generan confianza ni certeza en la población.
Desde el ámbito de la sociedad civil creo que hay muchísimas cosas que podríamos hacer para empezar a construir más ciudadanía.
Pienso en la creación de una especie de “cartilla de ciudadanía” de carácter optativo y personal que podría implementarse a través de las escuelas, los centros de trabajo, las redes sociales, donde las personas podrían ir aumentado su puntaje de acuerdo a su participación en tareas de interés público, desde las más sencillas como donar dinero a la beneficencia y practicar el voluntariado, hasta acciones que inciden en el fortalecimiento de la democracia y la rendición de cuentas como el votar en las elecciones, informarse del nombre de su diputado y vigilar su labor legislativa, y realizar la contraloría social de sus gobiernos.
Por algo tenemos que empezar, porque sólo con más ciudadanía poderemos llegar a tener mejores instituciones y gobiernos. Sólo con más ciudadanía saldremos adelante.