La pobreza sigue creciendo en los países en desarrollo y en México. El bajo crecimiento económico de México antes de la pandemia de covid-19, el impacto de esta, el fenómeno inflacionario mundial y la invasión de Rusia a Ucrania, que ha impactado en el precio de los energéticos y los alimentos, han afectado de manera importante los ingresos y los gastos de las familias de menores ingresos.
La pobreza, de acuerdo con Wikipedia, “es una situación en la cual no es posible satisfacer las necesidades físicas y psicológicas básicas de una persona, por falta de recursos como la alimentación, la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria, el agua potable o la electricidad”.
La pobreza es un fenómeno complejo de atender sin el apoyo de otras instancias, como los gobiernos, a través de políticas y programas públicos para superarla. Se tiene que atender con una estrategia integral que enfatice el ingreso, pero que permita el acceso a la alimentación, la salud, la seguridad social, la educación, la vivienda y los servicios públicos. Algo muy doloroso, entendido a partir de la evidencia empírica, es que la pobreza se hereda en muchos casos.
En México, la lucha contra la pobreza ha sido la principal promesa de sus gobiernos, además del combate a la corrupción. Sin embargo, los avances han sido pocos y poco sostenibles ante las diferentes crisis económicas que hemos padecido.
Y ahora nos afecta el fenómeno inflacionario y los impactos de la invasión de Rusia a Ucrania.
De acuerdo al reciente Informe presentado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el mundo será “afectado por un menor crecimiento, más inflación y alza de tasas de interés. La guerra en Ucrania abrió una nueva fuente de incertidumbre para la economía mundial y tuvo un impacto, en primer lugar, en su nivel de actividad: se estima que la economía mundial crecería un 3.3% en 2022, es decir, 1 punto porcentual menos de lo que se proyectaba antes del inicio del conflicto” (https://bit.ly/3txqopw).
Para la región de América Latina y el Caribe “dadas las repercusiones de la guerra, la tendencia anticipada se ha acentuado, lo que ha llevado a una revisión a la baja de las estimaciones. A nivel subregional, se espera que, en promedio, las economías de América del Sur crezcan 1.5%, las de Centroamérica y México un 2.3% y las del Caribe 10.1%”.
Por otro lado, también se pronostica “que la pobreza extrema y la pobreza se elevarán por sobre los niveles estimados para 2021. Una aceleración de la inflación se traduciría en niveles de pobreza aún más altos”. Se calcula un “aumento de 1.1% de la pobreza extrema, que implicaría que 7.8 millones de personas más que se sumarían a los 86.4 millones cuya seguridad alimentaria ya está en riesgo”.
De acuerdo con la CEPAL, esta coyuntura provocará un crecimiento de la pobreza en México de 1.3%. “En caso de que la inflación supere en 2 puntos porcentuales, la pobreza aumentaría 2.3% en México. Ello implicaría que este año se sumen 2.5 millones de personas a esta condición”. Cifras preocupantes.
¿Y qué hacer? Revisando lo que ha hecho el actual gobierno federal en materia de desarrollo social, destaca que mientras el gasto total en desarrollo social ha crecido de 2019 de 150 mil millones de pesos a 299 mil millones de pesos, un crecimiento casi del doble; el número de beneficiarios se ha reducido de 26 millones en 2019 a 12 millones en 2021, esto es, 14 millones de menos beneficiarios, una reducción de 55%.
La última evaluación de la pobreza presentada por CONEVAL relativa a 2020, sin considerar todavía todos los efectos de la crisis del covid-19, nos habla que de 2018 a 2020 la pobreza en México creció de 41.9% al 43.9% del total de la población, esto es, 3.8 millones de mexicanos más en pobreza. A esta cifra, al menos habría que sumarle los 2.5 millones que calcula CEPAL para este año, lo que haría que de 2018 a 2022 en nuestro país tendríamos al menos 6.3 millones de pobres más.
Frente a este escenario, es necesario evaluar algunos cambios en la estrategia de desarrollo social, considerando entre otras posibilidades: ampliar la cobertura de los programas y apoyos sociales a la población más vulnerable, especialmente en el caso de los niños en su primer infancia y en edad escolar para garantizar su buen desarrollo y su permanencia en la escuela; liberar las reservas estratégicas de maíz para garantizar el abasto y evitar alzas de precios en las zonas más marginadas del país; incentivar el empleo en zonas deprimidas para garantizar ingresos a las familias más pobres, entre otras medidas.
Estamos en un momento difícil para muchas familias en condiciones de pobreza y quienes son vulnerables de serlo. Actuar a tiempo puede ser la diferencia para el destino de millones. Hay que actuar con oportunidad.