En los últimos años, con los avances obtenidos por la tecnología, principalmente por las denominadas tecnologías exponenciales y las comunicaciones, que ampliaron las capacidades de interconexión y mejoraron la calidad de la misma, y ante el desafío constante de ser más competitivos, surgió con fuerza la idea de la automatización a partir del Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés).
De acuerdo con Wikipedia, el Internet de las Cosas nació en 1999 y se refiere a la “interconexión digital de objetos cotidianos con internet. Constituye un cambio radical en la calidad de vida de las personas en la sociedad, ofrece una gran cantidad de nuevas oportunidades de acceso a datos, servicios específicos en la educación, seguridad, asistencia sanitaria y en el transporte, entre otros campos”.
A esta importante innovación de la era de la hiperconexión, ahora, en el marco de la Industria 4.0, producto de la propia globalización y de la necesidad de darle continuidad a la operación de las fábricas para mantener la operación de bienes y servicios ante nuevos fenómenos como la pandemia de la covid-19, se le suma el Internet Industrial de las Cosas (IIoT, por sus siglas en inglés).
Este nuevo concepto es la posibilidad de automatizar totalmente la operación de las fábricas actuales. Para ello utiliza una combinación de tecnologías exponenciales: uso de sensores que permiten conectar todo, aprovechamiento de la nube para vincular diferentes tecnologías y artefactos, procesamiento de la información con la inteligencia artificial y todo ello usando las nuevas posibilidades de la conectividad, como la conexión 5G y próximamente la 6G.
La idea de esta nueva tecnología no es solo automatizar y optimizar la operación de las fábricas del siglo XXI, dejando de depender de las personas, sino también mejorar radicalmente la productividad por medio del monitoreo de las operaciones, los inventarios y la seguridad.
Lo que se puede lograr conectando todo no es menor. Según Accenture, el IIoT puede significar un aumento de la productividad de 30%, un ahorro de 12% en reparaciones programadas, y una reducción de los costos de mantenimiento de 30% al eliminar averías en 70%. Son cifras de productividad nunca antes vistas en la industria.
Entre los principales beneficios del Internet Industrial de las Cosas se encuentran los siguientes:
- Productividad exponencial. La explotación de los datos en tiempo real permite nuevas oportunidades de optimización de la operación de las fábricas, así como mejoras en la provisión de insumos y anticiparse a riesgos de reparaciones o mantenimiento.
- Calidad aumentada. La liberación de tiempos y una mayor oportunidad para explotar los datos de producción y de mercado ofrecen nuevas posibilidades para mejorar la calidad de los servicios y productos, en un ciclo inteligente e interminable. ” Eficiencia energética. La automatización y la inteligencia artificial ofrecen la oportunidad de reducir el consumo energético y la huella de carbono.
- Monitoreo y mantenimiento inteligente. Como todo está conectado y los datos se explotan de manera continua, ahora se puede predecir con tiempo y exactitud las necesidades de reparaciones y mantenimiento, evitando con ello interrupciones en las operaciones de las nuevas fábricas inteligentes.
- Transporte seguro y eficiente con vehículos autónomos. Una conexión natural en el uso de transportes autónomos para la movilización de las mercancías al interior de las fábricas, lo cual evita desperdicios y reduce tiempos.
Si bien son muchos los beneficios del Internet industrial de las Cosas, es conveniente reconocer que quedan importantes desafíos que resolver, como es el caso de la integración de una gran cantidad de datos diversos y no siempre estructurados, los costos de la implementación por el uso de diferentes tecnologías y la seguridad cibernética ante la conexión de bases de datos, artefactos y diferentes actores (clientes, proveedores, fabricantes, etc.).
El mundo sigue evolucionando a través de la innovación, pese a los contratiempos como la actual pandemia. La tecnología se dedica a encontrar nuevas soluciones a los desafíos que se presentan. Ello es una buena noticia, pero implica nuevos retos para economías como la mexicana, donde el retraso tecnológico puede dejarnos fuera de un mundo cada vez más tecnológico, hiperconectado e inteligente.