En un mundo dominado por la mercadotecnia que nos impone estereotipos físicos, sumada con la creciente preocupación y conciencia de la salud personal a través del cuidado de la alimentación y la realización de ejercicio físico, la industria del fitness ha venido adquiriendo importancia y valor en el mercado.
De acuerdo con Wikipedia, “fitness (en español, condición física, forma física o buena forma) es un estado general de salud, y en forma más específica se le llama a la capacidad de practicar ciertas actividades físicas de forma cotidiana. Una buena forma física por lo general se adquiere como resultado de una nutrición adecuada, la práctica de ejercicio físico de moderado a vigoroso, y un descanso apropiado”.
Hoy, quien no tiene un cuerpo que demuestra que hace ejercicio de manera rutinaria está en desventaja. Las apariencias dominan y generan estereotipos. Y vaya que ello es cierto y el mercado lo registra: el valor mundial de la industria del fitness es superior a los 90,000 millones de dólares anuales, y tiene tasas de crecimiento de 20% año con año. En México, este mercado vale 1,800 millones de dólares y tiene tasas de crecimiento anual que llegan a las tres cifras. Claro, antes de la pandemia de covid-19.
Todo ello lo traigo a colación porque es posible que esta industria de la gente fitness pueda desaparecer debido a los avances de la terapia genética. Y es aquí donde quiero hacer referencia a un interesante artículo “Olvídese del ejercicio”, que aparece publicado en el portal Singularity hub.
La terapia genética esta a punto de ofrecer una respuesta al deseo que está detrás de la búsqueda del productos milagro para adelgazar y tener a la vez un cuerpo escultural. En un futuro cercano ello será posible gracias a una cápsula y al descanso en su sillón preferido.
Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington tienen varios ensayos en ratones basada en una terapia genética desarrollada por ellos que ha logrado que estos animales desarrollen rápidamente masa muscular y reduzcan su obesidad, incluso mientras consumían una dieta rica en grasas sin hacer ningún ejercicio. Estos primeros resultados han sido publicados en la revista Science Advances.
Este adelanto de la ciencia se debe a la posibilidad de producción de una proteína llamada folistatina por el gen objetivo FST. La folistatina ayuda en humanos y la mayoría de mamíferos al crecimiento muscular y a controlar el metabolismo para bloquear la proteína miostatina, que restringe el crecimiento muscular y evita que los músculos no crezcan demasiado en su tamaño.
Otro beneficio que se obtuvo en los ratones que se les inyecto el virus para modificar su genética, fue que tenían corazones y vasos sanguíneos más saludables, así como menos inflamación en sus articulaciones, que el resto de los ratones que no participaron en el experimento.
A pesar de su poderoso atractivo económico de esta terapia genética, lo que mueve a los investigadores es su aplicación para ayudar a personas con problemas de distrofia muscular y obesidad severa.
Ya está trabajando un consorcio de Institutos Nacionales de Salud en Estados Unidos, llamado Transductores Moleculares de Actividad Física, para profundizar en los estudios de los efectos moleculares en tejidos y órganos en personas. Se espera que las fases de pruebas tarden 2 años para que esta terapia llegue al mercado. Increíble, ¿no lo creen?
La ciencia, la tecnología y la innovación nos siguen sorprendiendo, ahora “hackeando” el cuerpo físico de los humanos. ¿Qué seguirá, volar?