Pocos libros han ilustrado de manera tan precisa lo que significa la compleja y asimétrica relación entre Estados Unidos y México como “El oso y el puercoespín”, escrito por Jeffrey Davidow, quien fuera embajador en nuestro país de 1998 a 2002. Se trata de una metáfora del encuentro entre un imperio poderoso y una nación que, consciente de su fragilidad y de los agravios históricos, enarbola como escudo defensivo el nacionalismo para no verse avasallada.
Hoy, la profundidad de los lazos que nos unen hace que, para México, el rumbo de la elección presidencial del próximo 3 de noviembre en el vecino país del norte, revista un particular interés.
Ya quedó definido que será Joe Biden, vicepresidente durante los dos periodos de gobierno de Barack Obama (2009-2017), quien encabezará la candidatura del Partido Demócrata. Se trata de un político que tiene en su contra la falta de carisma y la edad avanzada (77 años), pero al que le sobra mesura y experiencia y que, como un activo más, cuenta con el apoyo de todas las corrientes de su partido, incluidas aquellas ubicadas a la izquierda.
Con ello se neutraliza el factor del divisionismo al interior de las filas demócratas que tanto afectó a Hillary Clinton en 2016, y que resultó determinante en su derrota frente a Donald Trump.
Los liderazgos demócratas han hecho patente la unidad en torno a Biden, y han expresado críticas demoledoras a Trump: “Es un presidente que define su trabajo como pasar viendo televisión y atacando a la gente en las redes sociales” (Bill Clinton); “Cada vez que miramos a la Casa Blanca en busca de liderazgo, consuelo o estabilidad encontramos caos, división y una falta total de empatía. Ser presidente no cambia quién eres, revela quién eres” (Michelle Obama); “Con Trump, EU mostró sus peores impulsos, socavó su reputación global y sus instituciones democráticas como nunca antes” (Barack Obama).
Uno de los mayores aciertos de Biden, es haber escogido como compañera de fórmula a la senadora Kamala Harris, hija de padres originarios de Jamaica e India, abogada, exprocuradora de California, una mujer inteligente y políticamente muy capaz que se convierte así en la primera mujer negra en buscar la vicepresidencia de EU.
La postulación de Harris es un triunfo para la comunidad afroamericana que ha sido protagonista, en los meses recientes, de una intensa movilización en contra de la brutalidad policiaca y por la defensa de los derechos civiles. Es, asimismo, un gesto que honra el valor de los inmigrantes que han sido factor de prosperidad y que, día con día, enriquecen la vida social y cultural de EU pero que han sido, una y otra vez, blanco de los ataques racistas de Trump.
Más allá de las virtudes propias de los candidatos demócratas, Trump ha acumulado muchas críticas sobre su capacidad para conducir los destinos de esa gran nación. El mayor enemigo de Trump, parece ser él mismo.
A pesar de sus habilidades retóricas e indudable carisma mediático, tiene en su contra la desastrosa gestión de la pandemia de Covid-19. Promovió el uso de la cloroquina para combatir el coronavirus aún y cuando sus beneficios no estaban probados, rechazó los informes científicos que sugerían reforzar el distanciamiento social y presionó para abrir la economía cuando los casos estaban lejos de disminuir. El resultado: un rebrote de la enfermedad que arroja ya 173 mil muertos y 5.5 millones de personas contagiadas. Los norteamericanos se lo van a cobrar en las urnas.
Sabedor de que se encuentra en clara desventaja (prácticamente todas las encuestas sitúan a Biden con una clara ventaja en las preferencias electorales) ha sacado a flote su arsenal de artimañas: ha intentado sin éxito posponer los comicios de noviembre, se ha negado a dar más presupuesto al servicio postal a través del cual fluirá el voto masivo de los ciudadanos norteamericanos que preferirán sufragar por correo que asistir físicamente a una casilla ante el riesgo de contagio, ya presagia la posibilidad de un fraude.
Al mundo, no sé si al gobierno mexicano quien ha apostado abiertamente por su reelección como quedó de manifiesto con la visita de AMLO a EU, le conviene que salga de la presidencia del país más poderoso del mundo un político complejo y enemigo del libre comercio, de la lucha contra el cambio climático y de la Organización Mundial de la Salud.
Trump ha envilecido la vida pública, ha lastimado las instituciones y la vida democrática de EU. Es, sin embargo, un tigre herido que dispone todavía de muchos recursos. Es el presidente del país más poderoso del mundo.
Así que todavía es muy temprano para anticipar el resultado de la elección de noviembre.