Hoy domina el conocimiento y los países líderes son quienes tienen la capacidad de atraer, conservar e incentivar el talento, pues ellos son quienes lo crean. Todo ello en el marco de la denominada era de la sociedad de la información y del conocimiento, que significa un cambio de fondo en los paradigmas de nuestros tiempos.
Con los avances de las nuevas tecnologías se ha producido el fenómeno de la hiperconectividad y se han exponenciado el almacenamiento de grandes e inimaginables cantidades de información, misma que se procesa por el talento humano para convertirse en conocimiento que se aplica en nuevos productos y servicios. Todo incentivado por la aparición de Internet.
Ello ha hecho obsoletos los factores tradicionales que generaban riqueza en el pasado siglo XX, como lo era la acumulación de capital, la posición geográfica o el poder. Se han derrumbado las dimensiones de espacio y tiempo, imponiéndose la globalización que crea un solo y libre mercado. Ante la libertad de acceso a la información y la facilitación de su intercambio a través de Internet, la velocidad de la creación y la aplicación del conocimiento se volvió en la actividad clave para la competitividad de los países, las empresas, las organizaciones y las personas.
Hoy dominan las ideas y su aplicación a través de innovar constantemente en nuevos productos y servicios. Ahora el mayor reto de los países para posicionarse en la carrera por la competitividad es la generación de conocimientos.
La creación de invenciones y los descubrimientos han marcado la historia del hombre. Pero con la aparición de Internet, la creación de innovaciones está precipitando los tiempos. Un ejemplo de esta nueva dinámica es que en la última década del siglo pasado se creó más conocimiento que en toda la historia previa de la humanidad. Sorprendente.
Se espera que la dinámica de creación del conocimiento se acelere, pues hoy 90% de los científicos de la humanidad están vivos. Y se pronostica que este porcentaje crezca en los próximos años, en lugar de reducirse.
Además, la creciente dinámica de un mercado globalizado e hiperconectado ha reducido los tiempos de la masificación de los inventos y los descubrimientos: el teléfono necesito medio siglo para su socialización, mientras que la radio sólo 35 años, la televisión 10 años y el transistor 5 años.
Anthony Giddens, un sociólogo británico reconocido por sus aportaciones al entendimiento del mundo actual, explica la velocidad de los avances científicos: “La velocidad de los avances científicos es 10 veces mayor que hace 20 años. La velocidad en la divulgación de los avances y descubrimientos científicos es 30 o 40 veces más rápida de lo que era hace 20 años. Actualmente el volumen de la investigación científica que se lleva a cabo en el mundo representa cinco veces el volumen de dicha investigación de hace veinte años”.
Frente a esta apabullante realidad, se esperan en los próximos 20 años una nueva etapa de grandes innovaciones, mismas que llegaran a gran velocidad al mercado para presionar más la actual hipercompetencia. Por ello, la mayoría de los países líderes se están preparando para ello a través de incrementar sus inversiones en ciencia, tecnología e innovación, y haciendo cambios sustanciales en materia educativa para adaptarse con mayor flexibilidad a los cambios que vendrán.
Por ello es urgente reflexionar sobre las prioridades en nuestro país, pues a los rezagos acumulados del pasado pueden sumarse una mayor distancia frente a la carrera de la generación de conocimiento. Esperemos que la próxima administración federal así lo entienda y empiece a priorizar el futuro, porque de no hacerlo estaremos condenados al retraso.