Innovar en las elecciones
México tiene una democracia carísima e ineficaz. Según datos oficiales, el proceso electoral 2015 costó a los mexicanos 32,000 millones de pesos, 61% más de lo que costaron los comicios intermedios de 2009. Se calcula que los pasados procesos electorales locales del 4 de junio del Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz tendrán un costo de 29,525 millones de pesos.
Además, el costo total para todos los mexicanos de cada voto emitido en éstas elecciones será de $446, tres veces más del costo por voto de las elecciones federales de 2012. Inaudito.
En buena medida, la responsabilidad de que tengamos un entramado electoral tan oneroso radica en la desconfianza y la sospecha permanente. Un ejemplo es la credencial de elector, que está dotada de 25 medidas de seguridad “para evitar su falsificación”. En México, el costo del voto es 18 veces más alto que el promedio de Iberoamérica en términos de financiamiento público. Cada sufragio cuesta aquí 17 dólares, contra 29 centavos de dólar en Brasil, 41 centavos en Argentina y 2 dólares en Colombia.
Estamos hablando de un elevadísimo costo para una democracia cuya eficacia para resolver los grandes dilemas públicos –seguridad, crecimiento, combate a la pobreza y la corrupción– para nada es satisfactoria. El sistema actual sólo beneficia al status quo, a la partidocracia y a la burocracia electoral. Las elecciones son cada vez menos representativas de la voluntad de los mexicanos (los partidos ganadores apenas lograron un tercio de la votación).
Es la hora de discutir una modernización de la política, llegó la hora de innovar. ¿Y por qué no cambiamos el sistema de votación actual a uno electrónico? Al menos los resultados serían en automático y no tendrían que recontarse los votos, ni hacer conteos rápidos y demás pruebas estadísticas.
La e-votación, o votación electrónica, se utiliza medios electrónicos para votar en los procesos electorales. Existes dos grandes sistemas: la máquina de registro electrónico directo de la votación y los sistemas remotos de votación a través de Internet.
La máquina de registro electrónico de la votación funcionan por medio de una pantalla táctil o un escáner que reconoce la papeleta de votación y el sentido del voto, y registra la información en la máquina. El sistema remoto de votación utiliza una computadora conectada a Internet, ya sea para votar fuera de los sitios definidos o usando nuestra computadora personal, las tabletas, los fijos o los celulares conectados a Internet.
También existe la modalidad del voto electrónico en papel. Aquí el elector vota en un papel y mediante escaneo óptico se digitaliza para facilitar el recuento.
Si bien el sistema remoto de votación es más barato, fácil de operar y efectivo, plantea desafíos importantes, relacionados con la seguridad y secrecía del voto al no darse el voto en un sitio controlado. Quienes están a favor de este tipo de sistema basado en la tecnología, destacan que es más barato, que amplía la obertura para todos los votantes (personas incapacitas, por ejemplo), lo que puede alentar mayores niveles de participación, y que reduce los tiempos de escrutinio y les da mayor confiabilidad.
Quienes argumentan en contra de esta forma de votación, señalan: puede vulnerar la secrecía del voto y permitir la intervención de terceros para influir indebidamente en los votantes y, en caso de falla, al no contar con el respaldo físico de las papeletas, hace imposible un conteo de verificación de votos.
Entre los países que tienen proyectos de voto electrónico, destacan Australia, Austria y Bélgica. Los países que han implementado sistemas de votos electrónicos en la totalidad de su territorio son India, Brasil y Venezuela, usando máquinas para votar a través de pantallas, y donde el votante recibe un comprobante de su voto.
Parece ser que los desafíos son mayores en el caso de la votación electrónica, pero bien podemos dar un paso intermedio con un sistema en los sitios o casillas de votación, donde se pueda utilizar la huella dactilar para autorizar el voto y así eliminar las credenciales de elector, capturar con escáners electrónicamente el sentido del voto y contabilizarlo en automático, dejando la papeleta depositada en la urna para su recuento de votos, en caso de ser necesario.
El voto electrónico podría ayudar a innovar y mejorar el proceso electoral, pero al menos debería de cubrir las siguientes premisas básicas:
- Perfeccionamiento tecnológico. Se requiere desarrollar un sistema tecnológico que brinde la certeza de que no puede ser manipulada y refleje resultados reales de las votaciones, así cómo crear un sistema confiable de respaldo en caso de errores, que permita auditar la votación.
- Ciudadanía informada. Este tipo de sistemas sólo podría funcionar con ciudadanos con acceso a la tecnología y suficientemente informados sobre el funcionamiento de la plataforma.
- Voluntad política. Los que diseñan y aprueban las reglas del juego electoral son los partidos políticos representados en el poder legislativo. Sólo se puede innovar y mejorar el sistema electoral si existe voluntad real para mejorar nuestra democracia electoral.
Es la hora de discutir una modernización de la política, empezando por hacer procesos electorales menos costosos y más eficaces. Los mexicanos estamos frustrados y aburridos de que la mayoría de los resultados de las elecciones, principalmente si son competidas, terminen en pleitos judicializados. Llegó la hora de innovar en las elecciones.