¿De qué ha servido Sedesol?
La Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la República (Sedesol), institución en la que tuve el honor de servir como Subsecretario de Prospectiva, Planeación y Evaluación entre 2010 y 2012, cumple 25 años. Aprovecho para analizar los logros alcanzados en este cuarto de siglo de políticas públicas para combatir la pobreza, pero también para hacer un balance de los temas pendientes que son, sin duda, demasiados y muy complejos.
Creada por decreto en 1992, la Sedesol nació en medio de un complejo entorno político. Por una parte, surgió para brindarle una plataforma nacional a su primer titular, Luis Donaldo Colosio, el “hombre” del presidente Salinas de Gortari para encabezar la candidatura del PRI a los comicios de 1994. Pero, por otro lado, la dependencia tuvo como misión, asimismo, administrar y darle un sustento institucional al Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), un poderoso aparato de movilización y control clientelar creado por Salinas para dotarse de una base social que le permitiera concretar sus ambiciones políticas.
Pronasol, más allá de la entusiasta participación de millones de mexicanos en la creación de comités para decidir obras y acciones en sus comunidades, fue creado en 1988 y tuvo un magro resultado en la disminución de los niveles de pobreza, prueba palpable de que el clientelismo y la falta de transparencia –miles de millones de pesos erogados sin reportar el destino y los impactos– se pagan con ineficacia y falta de resultados visibles. En 1992, a tres años de vigencia efectiva del programa Solidaridad, 53% de los mexicanos seguía sumido en la falta de recursos y oportunidades para vivir dignamente de acuerdo con las mediciones oficiales.
1994 fue un año convulso, marcado por el asesinato de Luis Donaldo Colosio, de Ruiz Massieu y la rebelión del EZLN en Chiapas. A ello siguió en diciembre de ese año, la peor crisis económica que haya vivido el país, que lanzó de tajo a las filas de la pobreza a 17 millones de mexicanos. En este contexto, llega a Sedesol Carlos Rojas Gutiérrez en 1995, un hombre estrechamente vinculado a Salinas y Pronasol, quien decide renunciar en 1997 a raíz del lanzamiento del Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa), que sustituía el viejo, opaco e ineficaz sistema de subsidios generalizados a los pobres del sector rural, por transferencias económicas condicionadas a los hogares para crear capital humano y romper la transmisión intergeneracional de la pobreza.
Con la alternancia democrática llega a la Sedesol Josefina Vázquez Mota para encabezar lo que sería, posiblemente, la etapa más fructífera en la edificación del andamiaje institucional de la política social: se promulga la Ley General de Desarrollo Social, se aprueba una ley que promueve el apoyo gubernamental a las organizaciones de la sociedad civil, se inicia la medición oficial de la pobreza, se crea el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, se instituye la evaluación de impacto de todos los programas sociales y se les dota de reglas de operación para acabar con la discrecionalidad, y se establece el blindaje electoral de los programas de Sedesol.
De 2006 a 2012 la política social se movió en un arco muy complejo, entre la creación de una red de protección social para mitigar los efectos de la crisis de 2008-2009, y el lanzamiento de programas innovadores como Espacios Públicos (para combatir la pobreza urbana), la pensión para adultos mayores y el programa de Estancias Infantiles para madres trabajadoras.
Bajo la administración de Peña Nieto, la Sedesol instrumentó la Cruzada Nacional contra el Hambre, una estrategia confusa y fallida; hoy, marginada del discurso gubernamental. La hoja de ruta está encabezada actualmente por la Estrategia Nacional de Inclusión, cuya única novedad es promover una mayor coordinación entre los tres órdenes de gobierno para abatir las carencias sociales.
¿Qué enseñanzas podemos recoger de este arco de 25 años de historia de la Sedesol? La conclusión es frustrante, no hemos logrado mover los niveles de pobreza en México. Son los mismos de 1992: hemos fallado.
Es cierto que la economía –el más potente motor para reducir los niveles de pobreza a partir de la generación de empleos formales– no ha ayudado debido a las mediocres tasas de crecimiento.
Sin embargo, hay cosas que hemos dejado de hacer en la política social:
- Sustituir las políticas asistencialistas por auténticas herramientas de empoderamiento de los más pobres, lo que implica acceso a la inclusión productiva, financiera y digital, nuevas poderosas herramientas para combatir la pobreza;
- Abrir las políticas públicas a la incidencia de la academia y la sociedad civil;
- Dotar a los más pobres de voz y capacidad de decisión;
- Dar continuidad transexenal a las buenas prácticas sociales, porque no es conveniente “comenzar de cero” cada administración por razones estrictamente políticas;
- Terminar de una vez por todas con las prácticas clientelares y el uso de los apoyos sociales para generar votos –que está demostrado que ni ello se logra–;
- Dotar a los programas de un componente de construcción de ciudadanía.
Bajo esta perspectiva, será muy interesante observar hacia dónde se mueven las propuestas de los candidatos para 2018 en materia de política social. Lo social es hoy político, y lo veremos en los próximos comicios.