La teoría de juegos permite analizar estratégicamente la relación entre Estados Unidos y México ante las políticas de Donald Trump, identificando cómo las decisiones de ambos países se afectan mutuamente y los resultados posibles según las estrategias adoptadas.

Estados Unidos, liderado por Trump, busca implementar políticas proteccionistas, reducir la migración irregular y combatir a los cárteles de droga, utilizando la relación comercial como una herramienta de presión. México, en cambio, busca estabilidad económica, proteger los derechos de los migrantes, evitar sanciones internacionales y defender su soberanía. Ambos países tienen diferentes opciones: Estados Unidos puede imponer aranceles, endurecer condiciones migratorias o buscar una cooperación condicionada, mientras México podría aceptar demandas para evitar confrontaciones, responder con reciprocidad o diversificar sus relaciones comerciales.

El análisis estratégico recuerda al dilema del prisionero: la cooperación mutua genera beneficios para ambos, pero si uno confronta mientras el otro coopera, el confrontativo obtiene ganancias a corto plazo. La confrontación mutua, en cambio, conlleva pérdidas significativas. Para México, el desafío está en encontrar un equilibrio estratégico. Si no demuestra capacidad de respuesta, Estados Unidos podría intensificar su postura agresiva. Sin embargo, si México eleva el costo político y económico de la confrontación, es más probable que se fomente una relación cooperativa.

México debe priorizar acciones para mejorar su posición estratégica. Es fundamental destacar la interdependencia económica entre ambos países, evidenciando los impactos negativos de medidas proteccionistas en cadenas de suministro y en estados fronterizos estadounidenses.

El manejo de la narrativa internacional es también clave. México puede posicionarse como un defensor de los derechos humanos, el comercio justo y la cooperación migratoria, reforzando su legitimidad y buscando apoyo externo. Además, debe utilizar mecanismos establecidos, como los paneles de solución de controversias del T-MEC, para responder a posibles medidas hostiles, evitando represalias desproporcionadas que puedan escalar el conflicto.

En conclusión, aunque Estados Unidos cuenta con mayores ventajas de poder, México puede influir en los resultados si actúa estratégicamente. Maximizar los incentivos para la cooperación y minimizar los costos de la confrontación permitirá a México proteger sus intereses, fortalecer su posición internacional y mantener una relación funcional con su principal socio comercial, incluso en un entorno político complejo.

Por ello nos parece correcta la posición de la Presidenta Sheinbaum: enfriar la cabeza para no caer en provocaciones y analizar objetivamente las medidas para actuar con inteligencia mediante el diálogo con el gobierno estadounidense.